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NOTICIAS | CIENCIA
Las funciones del nuevo cuerpo artificial serán controladas por los pensamientos que se originen en el cerebro implantado
Las funciones del nuevo cuerpo artificial serán controladas por los pensamientos que se originen en el cerebro implantado

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Hace un par de años, tres científicos de renombre discutían si sería posible extraer el cerebro de un ser humano y salvaguardarlo en un contenedor para, posteriormente, dotarle de un nuevo cuerpo robótico, en el cual pudiera seguir funcionando.

Discutían sobre un futuro que sonaba a algo así como una combinación de “Eternal Sunshine” de Spotless Mind, a experimentos con ratones y a “Krang”, ese vil cerebro encerrado en una caja de “Teenage Mutant Ninja Turtles”.

Ésta, no fue una de esas surrealistas discusiones de bar entre amiguetes. La conversación, fue una tertulia seria, que tuvo lugar en el escenario de una conferencia que se llevó a cabo en el Lincoln Center de Nueva York.

Los tres científicos, Theodore Berger, de la Universidad del Sur de California, Alexander Kaplan, de la Universidad de Moscú y Mikhail Lebedev, de la Universidad de Duke, consideran que es realmente factible que el cerebro humano pueda sobrevivir a la muerte del cuerpo, dentro de un cascarón cibernético.

La charla, celebrada en el marco de la conferencia “Global Future 2045”, que tuvo lugar en una mezcla de ruso e inglés, se centró en la posibilidad de que en el transcurso de nuestras vidas se puedan llevar a cabo trasplantes de cerebro, aprovechar partes del cuerpo humano para su integración a nivel cibernético y a manufacturar cerebros autoconscientes, que logren sentirse cómodos en sus nuevos receptores robóticos.

Fue, para ellos, sólo otra tarde más de un sábado.

Pero, ahora, una nueva empresa de inteligencia artificial, llamada Humai, una “startup” de reciente creación de Los Angeles, Estados Unidos, afirman que: “En unos 15 años la resurrección podría convertirse en una grandísima y resplandeciente realidad”.

El proceso consistirá, básicamente, en introducir el cerebro de un humano en un nuevo cuerpo robótico artificial. Pero, para ello, antes se habrían tenido que recopilar y guardar una ingente variedad de datos psicológicos y biológicos del individuo con los que, posteriormente, poder revivir al mismo.

Según un artículo, publicado por la revista Popular Science, los implantes biomédicos, algunos tratamientos y las extremidades controladas mediante un cerebro de tipo robótico, ayudarán a alcanzar la resurrección de la persona fallecida.

Desde la propia empresa, reconocen que se trata de un proceso bastante complicado. “Las funciones del nuevo cuerpo artificial estarían controladas por los pensamientos que se originen en el miembro implantado, midiendo sus ondas”, explican.

Uno de los responsables del proyecto, asegura que la “prueba definitiva” se dará cuando lleven a cabo la primera intervención quirúrgica para implantar un cerebro humano en el interior de los cuerpos artificiales que se están desarrollando actualmente.

“Ahora, estamos utilizando la IA y la nanotecnología, a fin de almacenar datos de estilos conversacionales, patrones de comportamiento, los procesos de pensamiento e información acerca de cómo funciona realmente un cuerpo, desde adentro hacia fuera”, explican en la web de la empresa.

Una enorme montaña de datos que, finalmente, se codificarán utilizando una gran variedad de tecnologías de sensores, que serán integradas en cuerpos artificiales con cerebros de seres humanos fallecidos.

Así, el próximo paso de la evolución humana será: Convertirnos en “Cyborgs”.

Para el experto en robótica e inteligencia artificial, Kevin Warwick, la fusión del ser humano con los robots es necesaria, si se quiere evitar que las máquinas dominen el mundo en el futuro.

“El destino del ser humano es el de incrementar sus capacidades como cyborgs, gracias a los dispositivos tecnológicos que ya ofrece la ciencia”, afirma, antes de advertir sobre la inminente supremacía de las máquinas.

“Los humanos han tenido su día y ahora tenemos que mejorar y renovar nuestra capacidad con la tecnología”, aseguraba Warwick en la publicación “Hay futuro, visiones para un mundo mejor”, editado por OpenMind, la plataforma de divulgación del trabajo llevado a cabo por el Centro de Innovación BBVA.

Profesor de cibernética en la Universidad de Reading en Inglaterra, Warwick investiga sobre inteligencia artificial, robótica y, especialmente, sobre los cyborgs. Esas estructuras que combinan materia viva y dispositivos electrónicos, fusión de robot y humano que, él mismo, ha incorporado a su propio organismo en más de una ocasión.

A Warwick, de 59 años, se le considera el primer ser humano en comunicarse electrónicamente con dispositivos como ordenadores, ascensores, puertas y alumbrados de luz que se activaban automáticamente en su presencia, gracias a un aparato intradérmico de identificación de radiofrecuencia que tuvo incorporado en su cuerpo.

Logró “conectar” su sistema nervioso a un ordenador al que enviaba señales para controlar objetos o activar su propio cerebro, con estímulos extrasensoriales como la percepción a ojos cerrados.

También experimentó en carne propia la que se considera la primera comunicación “cerebro a cerebro”, tras enlazar electrónicamente su sistema nervioso con el de su esposa.

“Fue la experiencia científica mas emocionante que he vivido”, recalcó Warwick, que aparece en la edición 2013 de libro Guinness de los Récords por esa iniciativa, a la que bautizaron: “La primera comunicación electrónica entre dos sistemas nerviosos”.

Warwick está seguro de que en los años por venir habrá máquinas con inteligencias más poderosas que la humana, que los robots tomarán las decisiones importantes y que, si no se buscan alternativas, el que viene será un mundo dominado por las máquinas, sin participación humana. Será el futuro imaginado en Terminator.

En el porvenir dibujado en el quinto tomo de “Hay futuro: visiones para un mundo mejor”, hay cyborgs, científicos interdisciplinares y muchos, muchísimos cambios, en las formas de consumo actuales.

En el libro, Anne Lise Kjaer, futuróloga y fundadora de la empresa consultora de previsión de tendencias “Kjaer Global”, se plantea una serie interrogantes sobre los valores que regirán la sociedad del mañana, indagando si las personas conseguirán la felicidad dependiendo solamente del consumo.

En tanto, José Manuel Sánchez Ron, catedrático de Historia de la Ciencia de la Universidad Autónoma de Madrid y miembro de la Real Academia Española, se muestra plenamente convencido de que el trabajo conjunto, en diferentes disciplinas científicas, será la clave del progreso.

Pero, la visión de Kevin Warwick, describe la transformación “más espectacular” que vendrá de la mano de la tecnología: “¿Hasta dónde llegarán las máquinas? ¿Será el ser humano capaz de mejorar su especie gracias al desarrollo tecnológico? ¿Podrán conectarse dos personas a través del sistema nervioso?”.

Berger, Kaplan, y Lebedev creen que los trasplantes cerebrales son un hecho bastante viable, debido a que el cerebro humano es el último órgano en el cuerpo que cesa su función tras la muerte.

Piensan, que esa corta ventana temporal en el proceso de la muerte donde las funciones cerebrales se mantienen sin el apoyo de ningún otro órgano, sienta un precedente lo suficientemente importante como para hacernos considerar que el cerebro humano pueda seguir funcionando, indefinidamente, en un vehículo no humano siempre y cuando exista un sistema de apoyo apropiado para el cerebro.

Además, hacen especial hincapié en el hecho de que las células nerviosas envejecen mucho más lentamente que otros órganos del cuerpo humano.

El cerebro implantado en un robot, estaría apoyado por sustitutos biológicos de la sangre, con “el sustrato hormonal, bioquímico y energético necesario para su supervivencia”, y por interfaces cerebro-ordenador multicanal con intercambio de información de dos vías, prótesis neurales, órganos humanos generados artificialmente y otras herramientas biotecnológicas que ni siquiera podemos llegar a imaginar.

Aunque, debido a que no existe un precedente de un cerebro humano que haya sobrevivido y funcionado fuera de su cuerpo, los grados de conciencia, como la inteligencia, la comprensión y un millón de otros dilemas existenciales que no existirían o estarían presentes en el cerebro robótico, simplemente no se evalúan.

Esos datos, no están ahí para que nosotros entendamos, incluso si es posible trasplantar un cerebro humano en un robot, lo que puede llegar a sentir un cerebro humano trasplantado en un robot.

Mientras que su mesa redonda sonaba como un ejercicio de alguna ciencia extraña, el hecho es que los tres dedican todos sus esfuerzos para que esto suceda.

El año pasado, en el MIT Media Lab, el Dr. Berger hablaba de la “hachear” la memoria de las ratas. El laboratorio de Berger en la USC está trabajando activamente en implantes cerebrales protésicos que puedan falsificar recuerdos y estimular la función cerebral de las neuronas dañadas. Su trabajo de laboratorio recibió recientemente la atención de los medios de comunicación mundiales, cuando lograron generar con éxito nuevos recuerdos en una rata a la que se le inutilizó químicamente el hipocampo.

En el escenario del Lincoln Center, Berger aseguraba que se podría estar gestando un futuro lleno de trasplantes cerebrales, aunque prefiere hacer hincapié en el potencial de su tecnología para el tratamiento de la enfermedad de Alzheimer y la demencia, gracias a la posibilidad de “construir piezas de repuesto para el cerebro”.

Todo ello, funcionaría gracias a ese tándem establecido con Kaplan y Lebedev. A las investigaciones realizadas por estos dos científicos rusos sobre interfaces cerebro-ordenador (BCI), que funden el cerebro humano y el sistema nervioso con los sistemas operativos de las maquinas.

Aunque, por ahora, los BCI se encuentran más comúnmente en juguetes que leen las ondas cerebrales a fin de detectar el estrés o el grado de concentración, estos poseen un potencial realmente revolucionario para cambiar la vida de los discapacitados y las víctimas de accidentes cerebrovasculares.

A partir de ahora, la combinación de prótesis cerebrales e interfaces cerebro-ordenador nos puede llevar a una época gloriosa de trasplantes cerebrales. ¿Te gustaría pasar décadas, o incluso siglos, navegando por el mundo dentro de un cuerpo robótico a merced de una interfaz de software?

Apenas estamos empezando a comprender las implicaciones éticas, filosóficas y científicas de todo ello. Pero, con la investigación, la cooperación y la financiación adecuada, es totalmente posible.

 

¿Fin de la raza humana? - Cerebro humano en un cuerpo de robot”

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