Redaccion | Julio 05, 2016
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Usualmente, cuando alguien hace esta pregunta, las personas que la formulan, suelen utilizar la coletilla: “Biblia aparte”. Y todo, porque en el fondo, la idea de que la Biblia sea una fuente valida de evidencia sobre la existencia de Jesús, no es aún del todo aceptada.
El Nuevo Testamento contiene cientos de referencias acerca de su vida, pero hay quienes fechan la escritura de los Evangelios en el siglo II d.C., es decir, algo más de 100 años después de la muerte de Jesucristo.
Aún, si este fuera realmente el caso, el cual rechazan muchos estudiosos, en términos de evidencias antiguas, los hechos transcritos dentro del término de los 200 años siguientes a haberse producido, suelen ser considerados como evidencias muy confiables.
Y, cabe decir, que la gran mayoría de los estudiosos, cristianos o no, aceptan que las Epístolas de Pablo, o al menos algunas de ellas, fueron escritas por éste, realmente, en la mitad del primer siglo d.C., menos de 40 años después de la muerte de Jesús.
En términos de evidencias referidas a manuscritos antiguos, ésta, constituye una prueba extraordinariamente fuerte de la existencia de un hombre llamado Jesús, que vivió y predicó en Israel, durante el principio del primer siglo de nuestra era.
Así como también es importante tener en cuenta que, en el año 70 d.C., los romanos invadieron y destruyeron la ciudad de Jerusalén y la mayor parte de Israel, matando a sus habitantes.
Ciudades enteras fueron arrasadas por completo, hasta sus mismos cimientos. Entonces, no debería causar sorpresa que mucha de la evidencia de la vida de Cristo resultara destruida. Muchos de los que pudieron verlo en vida, de seguro murieron en estos hechos que, obviamente, disminuyeron la cantidad de posibles testigos del testimonio de Jesús que sobrevivieron.
Considerando el hecho de que el ministerio de Jesús se redujo a un lugar culturalmente muy atrasado, en un pequeñísimo rincón del imperio romano, hay una sorprendente cantidad de información, acerca de Jesús, que puede ser extraída de fuentes históricas seculares.
A continuación, hacemos un pequeño resumen de algunas de las más importantes evidencias históricas que se conocen de Jesús:
El historiador romano Tácito, del primer siglo, considerado uno de los historiadores más precisos del mundo antiguo, menciona a los supersticiosos “Cristianos”, “antes llamados Christus”, lo cual es Cristo en latín, en tiempos de Poncio Pilato, durante el reinado de Tiberio.
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Además, tenemos todos los escritos gnósticos: El evangelio de la verdad, El apócrifo de Juan, El evangelio de Tomás, el Tratado de la Resurrección y tantos otros. En todos ellos se menciona a Jesús.
De hecho, podemos reconstruir el evangelio utilizando sólo las primitivas fuentes no cristianas: “Jesús fue llamado el Cristo (Josefo), hizo “maravillas” y guió a Israel a nuevas enseñanzas. Fue colgado por ellos en la Pascua (Talmud de Babilonia), en Judea (Tácito), pero clamó ser “hijo de Dios” y que regresaría (Eliazar) tras su muerte. Sus seguidores creían en él, adorándolo como a Dios (Plinio el Menor)”.
En conclusión, podemos decir que existe una evidencia abrumadora de la existencia de Jesucristo, en ambas historias: la bíblica y la secular. Quizás, la evidencia más grande de que Jesús existió es el hecho de que, literalmente, miles de cristianos del primer siglo, incluidos los 12 apóstoles, estuvieron gozosos de ofrendar sus vidas como mártires por Jesucristo.
“La gente morirá por lo que creen que es verdad, pero ninguno morirá por lo que ellos saben que es una mentira”.
Antonio Piñero - Jesús de Nazaret (Mis Enigmas Favoritos) |
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