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El ex ministro de Defensa canadiense, Paul Hellyer, durante una de sus conferencias
El ex ministro de Defensa canadiense, Paul Hellyer, durante una de sus conferencias

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El psiconauta, Terence Mckenna, ya le había advertido a la contracultura psicodélica estadounidense que no esperaran que seres extraterrestres aterrizaran en el césped de la Casa Blanca. Que, más bien, buscaran esa experiencia en la radical otredad de su ser interior, en la oscuridad (quizá quemando alguna que otra molécula psicotrópica).

Con la era científica, estos sólo han cambiado la forma de su juego. Por ejemplo, ahora fingen viajar en naves mecánicas para encajar con el ideal extraterrestre. Pero, como todos los escépticos apuntan, esas aeronaves hacen movimientos que destrozarían por completo cualquiera de nuestros vehículos. “Ellos están manipulando, básicamente, nuestras mentes, no la realidad física” (Masks of the Illuminati, Robert Anton Wilson).

Pero, justo algo así de contrapuesto con la realidad convencional, aunque por el momento no visible durante el “prime-time” televisivo, es lo que se esfuerza en sostener el ex ministro de Defensa de Canadá, Paul Helyer, uno de los “whistleblowers” con más notoriedad de quienes conforman el movimiento Disclosure.

En sus declaraciones para el “Citizen Hearing on Disclosure” del mes de mayo, Hellyer dijo que por lo menos cuatros especies de extraterrestres han estado visitando nuestro planeta durante “miles de años”. Esto incluye civilizaciones provenientes de Zeta Reticuli, las Pléyades, Andrómeda, Orión y del sistema de Altaír. Cada uno, con diferente agenda política y de diplomacia cósmica.

Aparentemente, los pleyadianos y los seres de Andrómeda, estarían más ligados a la asistencia evolutiva; En cambio, los de Zeta Reticuli, llamados los grises, y los de Orión, según el propio Hellyer, y en consonancia con toda la mitología de Internet, estarían dedicados a la consumación de unos objetivos altamente predatorios.

Hellyer acusa a un cartel en la sombra compuesto por organismos como los Bilderberg y la Comisión Trilateral de conspirar para crear un nuevo orden mundial. Anteriormente, ya había acusado a George W. Bush de incitar una “guerra intergaláctica”.

El ex ministro es usualmente utilizado como testigo estrella, junto con algunos militares, por la comunidad que busca desclasificar la presencia de seres extraterrestres en la Tierra, supuestamente encubierta por el gobierno de Estados Unidos. Pero lo cierto es que más allá de su alto perfil político, ha detentado numerosos puestos en el gobierno de Canadá, Hellyer no tiene ninguna evidencia, ni siquiera sostiene tener acceso a algún tipo de documento clasificado.

En una ocasión, según cuenta, observó un OVNI con su esposa. Luego leyó una serie de libros sobre ufología, lo que lo ha convertido en un entusiasta, una especie de periodista amateur de alto perfil que ha recopilado bits de información que le sugieren la existencia de extraterrestres. Por ejemplo, Hellyer cita una pregunta que realizó una reportera al presidente Bill Clinton, sobre si sabía de la existencia de este fenómeno: “Hay un gobierno dentro del gobierno, y yo no lo controlo”, respondió Clinton.

La “evidencia” de que existen extraterrestres trabajando en el gobierno de Estados Unidos, que se le adhiere al discurso de Hellyer, proviene de una conversación que mantuvo con el piloto de las Fuerzas Aéreas, Charles Hall, quien le habría revelado que dos extraterrestres blancos muy altos colaboraban con el Ejército.

Hall cuenta esta misma historia a detalle en su libro “Millenial Hospitality”. Se puede utilizar aquí lo que Robert Anton Wilson llama la “navaja de Hume”, ¿qué es más extraordinario, que un par de extraterrestres marquen tarjeta en laboratorios secretos del Ejército de Estados Unidos en Nevada, o que Hall esté mintiendo o haya sido engañado por las mismas agencias que supuestamente trabajan con los aliens?

Por supuesto que es menos milagroso o extraordinario que Hall esté mintiendo. Se utiliza a Hellyer bajo la lógica de que debido a su puesto no estaría hablando de cosas tan extrañas. Casi como si una mentira o una desinformación de su parte fuera más rara que los extraterrestres. Considero que a falta de evidencia no se debe de tomar demasiado en serio estos testimonios, si bien no descartarlos en automático.

Una prueba de la desinformación que predomina en el movimiento de Disclosure es el humanoide del desierto de Atacama, que presentó Steven Greer como un extraterrestre, previo a su documental Sirius, y que luego fue desvelado en el mismo como un ser humano con raras mutaciones, no sin antes haber cosechado toda la expectativa con su burdo truco de marketing.

Como parte de una visión poliédrica y multimodal es bastante recomendable ver también el documental “Mirage Man", en el que se explora la labor de las agencias de inteligencia saboteando y tergiversando la investigación ufológica. Los productores del documental, en un guiño lúdico espectral, se hacen llamar Perception Managment Productions y, éste, es quizá el nombre que más nos dice sobre lo que sucede en torno al fenómeno OVNI y extraterrestre.

Es, como bien apunta Greg Taylor del sitio Daily Grail, una “casa de espejos”: “Es difícil saber que es real ante tanta alteración de la percepción y manejo de información según agendas ocultas, la ufología es ya un gran cóctel de gelatina y plasma de creencias y conciencias alteradas”. Y en esto se incluyen, posiblemente, a los mismos extraterrestres que de existir, ciertamente, deben de ser capaces de manipular la percepción con instrumentos más sofisticados que los que utilizan las psy-ops3 de nuestras agencias de inteligencia. Una tecnología tan suficientemente avanzada, se nos haría prácticamente indistinguible.

Esto hace que incluso la misma ciencia establecida no pueda descartar por completo la posibilidad de que nuestro mundo sea un programa informático o simulacro, posiblemente diseñado por una inteligencia extraterrestre. Esto, podría parecer más probable, si acaso, aquello que llamamos “extraterrestres” realmente existe, aunque sea de una forma sutil, ya que se hace harto difícil el incrustar a estos seres dentro de la misma realidad física en la que cotidianamente vivimos.

Se cree  que son un estado de percepción, al igual que los dioses de la antigüedad, que poseían a los hombres a través de la manía, o formas de conciencia inmaterial, lo que explicaría la gran confusión, la dificultad de aprehensión, la disonancia cognitiva y la falta total de evidencias.

No esperen a cruzarse próximamente con un reptil espacial, vestido como terrícola en el supermercado, ¡comprando productos industriales para condimentar su cena de bebés humanos! Pero, quizá, si puedan descubrir una voz alienígena en sus mentes, cuyo origen podría estar en las estrellas, una forma alterna de constelación neural.

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