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David Rockefeller, muy bueno haciendo dinero, pero muy malo aniquilando la población mundial
David Rockefeller, muy bueno haciendo dinero, pero muy malo aniquilando la población mundial

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Como todos los años, éste, también se llevó a cabo la enésima reunión del funesto club de la destrucción en masa de la población mundial.

Esta vez, le tocó a Watford, al norte de Londres. El lugar escogido para llevar a cabo la reunión anual del conocido como Grupo Bilderberg, un conciliábulo de los mandamases de todo el mundo que se ven de tarde en tarde para hablar de sus cosas: pactar precios, acaparar cosechas, arruinar países… En fin, lo típico.

A estas reuniones, acuden por igual políticos (como Luis de Guindos), a empresarios (como Pablo Isla, Juan Luis Cebrián), hasta miembros de las Casas Reales de la vieja Europa. La Reina Sofía parece tener un abono vitalicio.

Pero, ¿a qué se dedican durante un fin de semana al año los miembros del Grupo Bilderberg? No se sabe, entre otras cosas, porque ni hace pública la agenda de sus charlas ni la lista de sus invitados.

Por supuesto que este secretismo es totalmente legítimo, pues los amos del mundo también tienen derecho a su intimidad, ¿no? Sin embargo, esta opacidad, ha dado lugar a todo tipo de suspicacias, intrigas y durísimos comentarios que, a la larga, se han convertido en sospechas y de ahí, en teorías conspiranoicas.

El que más sabe del Club Bilderberg en España, y quizá en el mundo, sin dudas se llama Daniel Estulín.

Ustedes probablemente le conozcan por las largas colas que se montan en su caseta de la Feria del Libro de Madrid, cada vez que acude a la cita. Efectivamente, Daniel Estulín se está forrando a vender libros sobre todo el entramado de la organización.

Pero, ¿qué opina esta autoridad en la materia acerca de los planes de este contubernio de los amos del mundo?

Pues entre otras muchas cosas, que su objetivo principal es: “reducir la población mundial”. Sí, acabar con todos nosotros. Sí, oyó bien, con usted, conmigo y con el vecino del 5-B.

Ahora bien, si analizamos la realidad a fondo, cuando el Grupo Bilderberg se reunió por primera vez, en 1954, en el hotel Bilderberg de Holanda (de ahí le viene el nombre) la población mundial era de 2.700 millones de personas y, a día de hoy, casi 60 años más tarde somos el triple, más de 7.000 millones.

En otras palabras, los marrulleros conspiradores de este club al parecer están fracasando miserablemente en su intento de reducir la población mundial. Es más: salvo una hambruna generalizada, el estallido de un supervolcán o el impacto de un asteroide, todo indica que nos iremos a los 9.000 millones de habitantes hacia 2050. Por tanto: un rotundo fracaso.

Veamos ahora el razonamiento de Estulín en RT (un medio, por cierto, conspiranoico donde los haya y financiado por el gobierno ruso):

“El progreso y el desarrollo de la sociedad es directamente proporcional a la densidad de población. Si hay progreso en el desarrollo tecnológico, seremos muchos más, habrá más riqueza, más personas y, por ende, mucho menos comida para todos. Y para que David Rockefeller, que es una metáfora del poder, pueda comer, nosotros de alguna forma tendríamos que desaparecer”.

No hay que ser un Nobel de Economía para ver que este razonamiento hace aguas por todas partes. Para empezar, David Rockefeller seguirá comiendo langosta y bebiendo Borgoña seamos 7.000, 10.000 o tan sólo 500 millones; aunque, si yo fuera un empresario multimillonario, mi deseo secreto sería que la población siguiera creciendo sin cesar, porque el que haya más personas equivale a muchos más clientes potenciales (en cuanto a los famélicos, no tendría por qué preocuparme: ya se comerán entre ellos, a lo zombi).

Lo que no explica el investigador Estulín es el método escogido por los Bilderberg para cercenar la población mundial. ¿Chemtrails?, ¿una tercera guerra mundial? o ¿el uso de alguna tecnología aún secreta? Eso, no: “Yo no soy un conspiranoico”, dice.

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