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Fragmentos de una especie de “lista de la compra” manuscrita, que permitirían deducir la edad de algunos textos bíblicos
Fragmentos de una especie de “lista de la compra” manuscrita, que permitirían deducir la edad de algunos textos bíblicos

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Así, al menos, lo indicaría el estudio que llevó a cabo un grupo de expertos de la Universidad de Tel Aviv, Israel, publicado este lunes por la reconocida revista científica PNAS, que examinó unos fragmentos de cerámica con una serie de inscripciones, hallados en la antigua fortaleza de la ciudad cananea de Arad, en el desierto del Neguev, al sur de Israel.

Algo así como una “lista de la compra” manuscrita, que arroja una luz sobre el alto nivel de alfabetización existente 600 años antes de Cristo, lo que nos permite barajar la posibilidad de que algunos textos bíblicos se escribieran antes de la caída de Jerusalén en el año 586 a.C.

La Biblia no fue compuesta en tiempo real. Lo más probable, es que la misma fuera escrita y luego se le añadieran algunas correcciones en el camino. “La pregunta es: ¿Cuándo exactamente?”, se cuestiona el doctorando de dicha Universidad, el matemático Arie Shaus, uno de los principales autores de la investigación.

La gran pregunta que se han venido formulando desde hace décadas los investigadores y expertos en textos bíblicos y que, al parecer, comienza a tener respuesta.

“Muchos estudiosos afirman que en el período del Primer Templo, destruido por la dinastía del monarca babilónico, Nabucodonosor II, no existía un nivel muy alto de alfabetización, por lo que no habría una razón de peso real para que se hiciera la trascripción de los textos bíblicos”, explica.

Sin embargo, y con el fin de contrastar ambos supuestos, el equipo analizó las inscripciones contenidas en los trozos de cerámica, conocidos en el argot arqueológico como ostracón, hallados en la fortaleza de Arad por un grupo de expertos de la misma Universidad, en una sucesión de excavaciones que tuvieron inicio en los años 60 del siglo pasado.

Una fortaleza de pequeñas dimensiones, con apenas unos 2.000 metros cuadrados, que según lo expertos albergaba en la antigüedad entre 20 y 40 soldados, y estaba ubicada en los confines del reino de Judá con el reino de Edom, situada más al sur.

Los investigadores opinan que la misma pudo haber sido redactada unos 600 años a.C., un turbulento período que precedió al Primer Exilio de los judíos de Babilonia. “Se trata de un período muy cercano a la destrucción del Templo de Jerusalén”, subraya el investigador.

“Allí, en la fortaleza, se hallaron un centenar de estos fragmentos, probablemente escritos por escribas profesionales, que reflejan normas y directrices cotidianas”, añade.

El equipo elaboró un modelo basado en algoritmos que sirvieron para analizar 16 inscripciones bien conservadas, que permitieron deducir con un alto nivel de probabilidades que pertenecían a 18 textos diferentes, escritos al menos por seis autores.

Pero los escritos también mostraban instrucciones algo más sofisticadas, como el movimiento de tropas o el registro de gastos de avituallamiento. Lo que, según los autores del estudio, refleja que existía en ese período un alto nivel de escritura en toda la cadena de mando, desde los comandantes hasta los administradores del regimiento y no ponen en duda, incluso, la presencia de escribas profesionales.

“Si se analizan los textos con detenimiento, se llega a la conclusión de que todo el aparato del Ejército era ilustrado. Y, podemos presumir, que en el reino había un sistema educativo que le permitía, no sólo a los sacerdotes y escribas, sino a muchas más personas, el poder leer y escribir”, resalta Shaus.

Ese elevado nivel de alfabetización llevó a los autores a preguntarse si este hecho se podía relacionar con una posible primera versión escrita del Pentateuco e, incluso, de otros libros tempranos de la Biblia.

“Tenemos razones para creer que esta habilidad implicó la existencia de textos bíblicos, puesto que hubo un público que podía apreciar estos escritos”, argumenta.

Y, sin adentrarse demasiado en el terreno de los expertos bíblicos, concluye que en esa época pudieron ser escritos textos como el Libro de Josué, Jueces, Samuel o Reyes, algunas de las composiciones bíblicas que luego servirían para configurar la piedra angular de la teología que sostendría al reino israelita.

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