NOTICIAS | CULTURA
Al igual que los miembros del Bilderberg permanecen en el anonimato, se muestran las piezas sin nombrar a su autor
Al igual que los miembros del Bilderberg permanecen en el anonimato, se muestran las piezas sin nombrar a su autor

Oferta Especial

Del Club Bilderberg se ha contado que mueve los hilos del mundo, que es un selecto grupo que celebra una reunión anual de políticos, militares, financieros, miembros de la realeza, multimillonarios y dueños de medios de comunicación social.

Mucho se ha especulado a causa de su secretismo, pero hasta ahora a nadie se le había oído hablar sobre una misteriosa colección de arte que comparte su nombre, la Bilderberg Collection.

Se trata de una selección de obras que se inicia, aproximadamente, a finales de la década de los sesenta con la aportación privada de dos o tres relevantes miembros del grupo, aseguró el artista alemán, Christoph Steinmeyer, a la revista Vanity Fair.

Él, es el comisario de una exposición que muestra, por primera vez, una pequeña parte de “una selección de piezas que es inmensa, de un gran tamaño y un valor imposible de tasar, ya que abarca a varios continentes”, apunta el artista afincado en Berlín. Días más tarde confirma el origen de las mismas y concede más datos a Alexander Forbes, de la publicación especializada Artnet. Son algo más de diez mil las piezas que componen este catálogo.

Sea su procedencia un hecho cierto o un simple juego artístico, la misma se enfrentó a la mirada pública el pasado agosto en St. Moritz, Suiza, un lugar muy ligado a la historia del club. “En la misma se han celebrado varios de sus encuentros, desde su formación en la década de los 50”, recuerda el alemán, que demuestra un gran conocimiento del grupo.

Dentro del ambicioso programa de actividades de la pasada edición del St. Moritz Arts Masters, evento en el que además se expuso las obras de Julian Schnabel y Subodh Gupta, fue donde se planteó este curioso reto para el espectador.

Las instalaciones de un edificio histórico, el Chesa Planta, dieron cobijo durante unos días a las más de treinta obras de pintura, fotografía y escultura, seleccionadas por el propio Steinmeyer, quien asegura haber dedicado parte de los últimos cuatro años de su vida a este proyecto.

Del mismo modo que los miembros de la Conferencia Bilderberg permanecen en el anonimato, se muestran las piezas sin nombrar a su autor, por muy célebre o desconocido que sea. Y, evidentemente, tampoco al propietario de la obra. De este modo prima el criterio artístico por encima del nivel de fama de sus autores, invitando a juzgarlas de un modo libre, ajenos a las reglas del mercado del arte que son las que, en definitiva, encumbran a unos artistas por encima de otros.

En la selección, se obvian las obras más célebres de la colección, las que pueden ser reconocidas a primera vista, aclara su responsable.

Tratando de indagar un poco más sobre la existencia de esta colección, de cómo pudo mantenerse en secreto durante tanto tiempo y que ahora salga a la luz, el artista, sin dejar clara la razón de sus supuestas buenas conexiones con un grupo tan exclusivo, argumenta: “Sólo hay registros privados del comité gestor de la Bilderberg Collection, pero no existe un registro público. Una prueba para demostrar su existencia puede ser esta exposición”.

“Puede que algunos de mis trabajos hayan sido adquiridos, pero no directamente por la Bilderberg Collection, si no por algunos de los miembros que han formado la misma. No admitiría algo así, porque estaría destruyendo algunas de las reglas básicas de la misma. Después, con el paso de los años, comencé a involucrarme por distintas razones con la Bilderberg Collection, afirma. Con palabras como estas parece jugar a la ambigüedad. No admite que su obra pertenezca a la Bilderberg Collection, pero no cierra la puerta a que se especule sobre ello, consciente de que tanto secretismo es una de sus bases.

Lo cierto es que una de las obras del propio Steinmeyer forma parte de esta exposición. “Semper Augustus”, pieza pictórica que se incluye en la galería de imágenes que el propio comisario ha facilitado, se mostró bajo su autoría el año pasado en la exposición colectiva Boese Blumen de la Galerie Volker Diehl de Berlín.

A través de los trabajos que ha seleccionado para el St. Moritz Arts Masters, se exploraron la sexualidad, la educación o el trabajo. Son problemas propios de tiempos recientes reflejados en trabajos artísticos, con independencia de su año de creación. Con ellos surgen críticas al capitalismo y al sistema social en el que vivimos, que no tiene por qué ser necesariamente la misma visión que la de los supuestos propietarios de las obras.

Pero, es que acaso la Conferencia Bilderberg no es el epítome mismo del capitalismo, le preguntamos. “Evidentemente el capitalismo está muy próximo a los mercados y a las regulaciones y dificultades que nacen de ellos. Y la Conferencia Bilderberg es una entidad muy abierta, con intenciones, no me atrevería a decir filantrópicas, pero sí que pasan por lo valores de nuestro sistema democrático”, responde Christoph Steinmeyer. “Además, la crítica al capitalismo no se hace desde la postura de todo es blanco o negro. Se propone al espectador un inmenso abanico de posturas y posibilidades con tan sólo treinta o cuarenta piezas de arte”.

Ser comisario de esta exposición parece un gran trabajo artístico en sí mismo: “Estoy más interesado en la reacción de espectador que en la respuesta del club Bilderberg, en plantear muchas preguntas y resolver algunas respuestas”, dice su responsable. El lugar específico donde se expuso también jugó una parte importante de la identidad de esta exposición. “Sinceramente no puedo imaginar esta muestra entre la asepsia de cubos blancos de las galerías de arte actuales, dice.

Chiesa Panta es un sitio extraño, algo místico, construido en el siglo XVI cuyas habitaciones siguen decoradas como entonces, sólo colocamos nuestras obras de arte contemporáneo en el lugar de las originales. La selección específica de obras que hemos hecho ha sido también influenciada por este entorno donde iban a terminar siendo expuestas”.

Finalmente, tratamos de indagar si algún día veremos una selección más amplia de este misterioso catálogo artístico, expuesta al público, lejos de St. Moritz. “Por mi experiencia gestando esta muestra puedo decir que esta exposición está abierta a viajar a otros lugares, pero dudo mucho que se llegue a crear una muestra de carácter permanente de la Bilderberg Collection. No es algo que esté entre los intereses de sus miembros”, apunta el comisario de esta muestra, supuesta prueba de su existencia.

This Is A Developing Story
ESPECIALES