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NOTICIAS | CONSPIRACION
Juan Claudio Sanahúja en una imagen de archivo durante una audiencia con el papa Juan Pablo II
Juan Claudio Sanahúja en una imagen de archivo durante una audiencia con el papa Juan Pablo II

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Juan Claudio Sanahúja, fue ordenado sacerdote en 1972, nació en Buenos Aires en 1947 y obtuvo el grado de Doctor en Teología en la Universidad de Navarra, en 1973. Pertenece al clero de la Prelatura del Opus Dei.

Es autor de numerosas obras, entre las que sobresalen los títulos “Poder Global y religión universal”, “El Gran Desafío: la Cultura de la Vida contra la Cultura de la Muerte”, “La nueva ética internacional” y “El desarrollo Sustentable”.

Fue el fundador del boletín “Noticias Globales”, toda una referencia para alcanzar un mejor entendimiento de todo lo que ocurre a nivel mundial. Pero, ¿cómo nació la iniciativa? Corría el año de 1998, y hacía falta informar. “Nosotros teníamos la información y comenzamos”, cuenta el clérigo.

Habla sobre temas muy profundos. Siempre, desde una visión cristiana de los acontecimientos. Y no duda en responder a todas las preguntas que le plantea la modernidad de nuestra sociedad actual.

Una de esas interrogantes, es la que plantea el tema de la gran ética laica mundial. Una ética que se trata de construir ajena a los mandamientos de cualquier religión, casi de una manera totalmente artificial.

“Es imposible que sin Dios se pueda edificar una ética sólida, la ética hace estricta referencia a unos principios transcendentes y, dichos principios, únicamente pueden venir de Dios”, comenta al respecto.

“Existen intentos para edificar “éticas laicas”, pero todos estos proyectos están al servicio de ideologías de tipo neo-paganas, que son fáciles de rebatir, aunque con el apoyo de los medios parecieran imponerse. Y, al final, terminan por caer, dejando un tendal de personas desvalidas, a la deriva, que buscan creer en algo”, apunta Sanahúja.

Cree que el respeto a los principios no negociables sin una cosmovisión cristiana no es imposible, pero sí es bastante difícil. “Tiene que haber por detrás siempre una cosmovisión realmente trascendente. Yo diría que los principios no negociables, son el fruto de una visión judeo-cristiana”, comenta.

Los principios de “Noticias Globales” están muy ligados a la organización de las Naciones Unidas. “No se conocía el mecanismo interno de la ONU; se confundían, por ejemplo, las asambleas generales o las conferencias internacionales, con las reuniones de comisiones. Nosotros informábamos de ello”, explica. Aunque, asegura que hoy en día todos esos mecanismos parecieran no servir de mucho y que se podría decir, incluso, que la palabra que sintetiza los esfuerzos de la ONU es “esterilidad”.

“La Organización Mundial de la Salud se estableció a principios de los 90, cuando se presentó el nuevo paradigma de la salud, en el que el ciudadano del Nuevo Orden Mundial es el adulto sano y productivo”, expone. “Los que son o puedan llegar a ser sanos y productivos, son los únicos que tienen derechos humanos. A todos los que no alcancen ese estándar hay que dejarlos al margen de la historia, evitar que nazcan; y si nacen, no invertir en su bienestar ni un céntimo. Desde ese punto de vista se podría decir que los esfuerzos de la ONU se pueden sintetizar en la palabra “esterilidad” o, mejor, “esterilidad selectiva”.

Incluso cree que la incorporación de la mujer a la vida profesional forma parte de esa estrategia mundialista de esterilidad. “Esto es evidente. Desde la Conferencia de Dacca, en 1969, figura en los planes de la International Planned Parenthood Federation, a propuesta del Dr. Berelson, presidente del Population Council. En concreto, las conclusiones de esa conferencia dicen que se debe “alterar la imagen de la familia, volcando a las mujeres al mercado laboral”. Por supuesto, que también en esas conclusiones figura “el alentar la homosexualidad”. Llevan casi 50 años trabajando con esos objetivos”.

Dice que se está tratando de sustituir el papel de Dios con nuevos conceptos amparados en el ecologismo, lo que a la postre se estaría convirtiendo en toda una amenaza por parte de la antropología modernista. “Para la ONU y otras organizaciones, el ecologismo es un buen sucedáneo, por ejemplo. No se le puede decir a la gente que no existen los 10 Mandamientos sin sustituirlos por algo”.

“No quiero decir que no tenga importancia el cuidar el mundo en el que vivimos. Tiene importancia. Pero primero están los Mandamientos de la Ley de Dios”, agrega.

Entonces, esto quiere decir que se está tratando de tutelar nuestras existencias, de alguna manera. ¿Qué realmente existe un plan de gobierno mundial?

“Precisamente”, responde. Y agrega casi inmediatamente: “Yo me fijaría en las redes de organizaciones no gubernamentales que marcan la agenda de la ONU. Por ejemplo, en el Club de Madrid y el Club de Budapest, el grupo The Elders, las mesas de consenso relacionadas con la Carta de la Tierra, el Grupo Bilderberger, la organización multi religiosa Religiones Para la Paz y la United Religions Iniciative, el Foro Sobre el Estado del Mundo, la Comisión de Gobernabilidad Global y, por supuesto, el Consejo de Relaciones Exteriores y la Unión Internacional de Parlamentarios”.

Al preguntársele sobre el papel que distintas organizaciones y movimientos tienen dentro de ese plan, reconoce que: “En esos planes se integran una cantidad enorme de lo que se puede llamar mesas de consenso, en las que el sionismo puede influir en cierta forma”.

“En todas tiene un papel importante la masonería, alguna de estas organizaciones son más dialogantes que otras, pero todas tienen la misma finalidad: concentrar el poder en pocas manos aboliendo las soberanías nacionales e instrumentalizar las religiones, es decir, ponerlas al servicio de sus propios dictados”, acusa. “Los planes de gobierno mundial, en los que la masonería tiene un papel importante, vienen desde finales de la Primera Guerra Mundial o quizás de poco antes”.

Ante la inquietud del periodista, de si existe demasiada ingenuidad o “candidez” entre los católicos sobre lo que representa la ONU, responde citando a Monseñor Luigi Negri, Arzobispo de Ferrara, que decía que amplísimos sectores católicos están minados por “demasiado irenismo, que los atraviesa desde hace décadas, por el cual la preocupación fundamental no es nuestra identidad sino el diálogo a toda costa, estar de acuerdo con las posiciones más distantes”.

“Este respeto de la diversidad de las posiciones culturales y religiosas, sostenido por la idea de una sustancial equivalencia entre las diversas posiciones y religiones, es el que hace perder al catolicismo su absoluta especificidad. Un irenismo, un aperturismo, una voluntad de diálogo a toda costa, que es recompensada de la única manera en que el poder humano recompensa siempre estas desordenadas actitudes de compromiso: el desprecio y la violencia”, expone.

Por todo ello, indica el clérigo, el peligro está en la situación interna de la Iglesia y no la externa. San Josemaría Escrivá solía decir: “si el mundo está en tinieblas es porque la Iglesia ha dejado de ser luz”.

Hace referencia a que hay una exagerada tendencia a la búsqueda de los “signos de los tiempos”, generalmente contrarios a la doctrina católica. “En lugar de procurar la conversión de las personas, de uno en uno, pretenden que la doctrina se adapte a esas situaciones, a veces lamentables, como el caso de los divorciados vueltos a casar. No digamos nada de los homosexuales, que parecerían intocables”, dice.

De modo acrítico, asevera, “se acepta cualquier cuestión como verdadera: las supuestas cifras catastrofistas de los ecologistas; las falsedades sobre el número de muertes por aborto o sobre el contagio de SIDA. Lo que lleva, también acríticamente, a hacer causa común detrás de metas inicuas como son los Objetivos del Milenio para el Desarrollo y la futura Agenda Para el Desarrollo Sostenible”.

Pero, esa estrategia mundialista, ¿tiene aliados dentro de la Iglesia Católica? “Sí, de una u otra manera. Hay en la Iglesia infiltrados y hay tontos útiles”, manifiesta.

Dentro de la curia romana, hay cierta preocupación entre algunos cardenales por la exposición que Walter Kasper hizo en el consistorio el pasado mes de febrero. ¿Cree que la Iglesia acabará dando la comunión a los divorciados vueltos a casar por lo civil? “No creo que la Iglesia llegue a autorizar la comunión a los divorciados vueltos a casar civilmente. Si lo hace, dejaría de ser la Iglesia de Jesucristo”.

El Catecismo de la Iglesia Católica es muy claro, advierte. “Por lo cual, no pueden acceder a la comunión eucarística mientras persista esta situación y, por la misma razón, no pueden ejercer ciertas responsabilidades eclesiales. La reconciliación mediante el sacramento de la penitencia no puede ser concedida más que aquellos que se arrepientan de haber violado el signo de la Alianza y de la fidelidad a Cristo y que se comprometan a vivir en total continencia”.

Sanahúja sostiene que el lobby gay trata de incluir en España sus postulados en la asignatura de religión. Pero, ¿cree realmente el clérigo que hay una importante presencia del lobby gay en la Iglesia en España? ¿Y en la Santa Sede?

“Al lobby gay lo hemos dejado crecer, en gran parte, nosotros”, afirma. “Me remito a la respuesta que di a la pregunta sobre la ingenuidad de los católicos. Es inaudito que hoy en día, en muchos ambientes, no se pueda decir que la homosexualidad es una tendencia “objetivamente desordenada”, como dice el Catecismo de la Iglesia Católica en su número 2358. Prácticamente se ocultan los documentos de la Iglesia que comienzan con la Declaración Persona Humana de 1975, bajo el pontificado de Pablo VI”.

Piensa que se relajó la disciplina eclesiástica. “Ciertas jerarquías católicas dejaron que personas con esa tendencia se ordenaran sacerdotes o accedieran a cargos de cierta responsabilidad en la estructura eclesiástica, en la catequesis y en los colegios católicos, entre otros. Y así, se fue extendiendo una especie de mala tolerancia, de falsa caridad, que nos ha llevado a la situación actual”.

Por supuesto, que además existe la presión exterior a la Iglesia para aceptar ese tipo de comportamientos. El cardenal Ratzinger lo advertía en 1995, diciendo que había grupos de presión que pretendían cambiar la opinión pública para que la homosexualidad fuera considerada una forma normal de sexualidad y, a la vez, exigían que la Iglesia revirtiera su juicio sobre ella. Esos grupos, decía el cardenal, acusan de discriminación a todos los que no estuvieran de acuerdo con ellos.

En España, pedían prisión para el Cardenal Sebastián por recordar que la homosexualidad es una enfermedad. ¿Hay esperanza? ¿Qué les depara el futuro a los católicos?

“Personalmente aconsejo leer, meditándolo con frecuencia, el Catecismo número 675 de la Iglesia Católica, en el que se habla de la segunda venida de Nuestro Señor Jesucristo: “Antes del advenimiento de Cristo, la Iglesia deberá pasar por una gran prueba final que sacudirá la fe de numerosos creyentes. La persecución que acompaña a su peregrinación sobre la tierra desvelará el “misterio de iniquidad” bajo la forma de una impostura religiosa que proporcionará a los hombres una solución aparente a sus problemas mediante el precio de la apostasía de la verdad”. No digo que estemos en vísperas de la segunda venida de Cristo, pero este texto ayuda a ubicarse; ayuda a pensar que no estamos destinados para lo que los hombres llaman éxito o para ser aclamados por las multitudes”.

“Nuestro triunfo es otro, es unirnos a la Cruz de Cristo, configurarnos con Él, y después de la muerte, llegar al Cielo. Nuestra esperanza está en la Cruz y la Resurrección”, sentencia el sacerdote.

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