NOTICIAS | CIENCIA
Al parecer, no solo no estamos lejos del Apocalipsis Zombie, sino que sabemos cómo iniciarlo
Al parecer, no solo no estamos lejos del Apocalipsis Zombie, sino que sabemos cómo iniciarlo

Oferta Especial

Los zombies podrían no ser un simple fruto de la imaginación. Un estudio demuestra que ciertos tipos de virus y microbios pueden convertir a la gente en “zombis”, es decir: en un individuo que no puede controlar su comportamiento y obedece a una voluntad ajena.

Varios parásitos o microbios lo hacen a diario; convierten a miles y miles de personas en zombies. Y, según un grupo de científicos de los Estados unidos, el virus más peligroso en este sentido sería uno de los más difundidos en todo el mundo, el virus causante de la gripe común.

Según las conclusiones obtenidas en un experimento llevado a cabo por varios científicos de la Universidad de Binghamton, Nueva York, la gripe “somete” a los seres humanos a su voluntad, con el único objetivo de propagarse más y mejor.

Para realizar dicho estudio, usaron vacunas contra la gripe para inocular la infección en 36 miembros del personal académico de dicho centro de estudios, cuyo comportamiento vigilaron dos días antes y dos días después de la introducción del virus.

Los resultados hechos publicos en la revista “Annals of Epidemiology” son, cuando menos, asombrosos.

Antes de someterse a la vacunación las personas sometidas a la prueba interactuaban con un promedio de 54 personas al día, pero después de la misma, esta cantidad se disparó a más de 100. Sin embargo, la cantidad de tiempo que pasaban con cada persona disminuyó de 33 a tan sólo unos 2,5 minutos.

En otras palabras, esta gente, más acostumbrada a una vida estable, tras ser infectada por este virus sintió una fortísima necesidad de visitar bares, fiestas y veladas. Es decir, lugares en donde el virus se puede difundir con mucha mayor facilidad. 

Los científicos europeos también revelan que hay otro “zombie-parásito” muy peligroso y cuyos efectos pueden resultar letales. Se trata del parásito unicelular llamado Toxoplasma gondii, que se encuentra en los gatos domésticos  y se estima que infecta a 350.000 personas al año solo en el Reino Unido. Su efecto sobre los seres humanos se convirtió en la obsesión de Jaroslav Flegr, un profesor de biología evolutiva de la Universidad Carolina de Praga. El científico afirma que un hombre contagiado con Toxoplasma puede tener conductas perturbadas, tales como conducción temeraria o deseo de suicidarse.

El Dr. Steven C. Schlozman, profesor de la escuela de Medicina de Harvard, anunciaba allá por el año 2009 algo que para muchos sonaba como una campaña de promoción de una serie de ficción o de una película de Hollywood: “El apocalipsis zombie es totalmente posible”.

En realidad se trataba de un artículo médico donde analizaba los comportamientos del cerebro zombie, y trataba de explicar como un virus, bacteria o material radiactivo, podría afectar nuestro cerebro y convertirnos en un infectado. Lo llamó: Síndrome atáxico neurodegenerativo de deficiencia de la saciedad, o ANSD por su siglas en ingles.

El lóbulo frontal, es la parte del cerebro que nos permite pensar cuidadosamente y resolver problemas de manera abstracta y también se encarga de controlar la impulsividad. Por ejemplo, si estas discutiendo con una persona y entras en un arranque de ira, esta parte del cerebro se encarga de que no golpees a tu enemigo.

Los infectados por este virus, no usarían esta parte del cerebro, así que no pueden resolver problemas y obviamente sus acciones son gobernadas por sus impulsos. El lóbulo frontal del infectado solo recibiría órdenes procedentes del tálamo.

Vivirían de sus emociones e impulsos básicos, como la rabia y el hambre, que se encuentran en la amígdala cerebral que controla la capacidad de reacción y ataque. La corteza cingulada anterior, que modula la comunicación entre la amígdala y el lóbulo frontal.

Además, tendrían dañados el cerebelo y los ganglios basales que controlan la movilidad fluida y la coordinación. Es por ello que caminarían lentamente, aunque no impediría que en ocasiones  pudieran hacerlo de forma rápida e, incluso, utilizar herramientas sencillas como las armas blancas. De ahí proviene el nombre “Caminante”. No se sabe porque el virus Solanum puede reaccionar de esta forma, tampoco se sabe porque los caminantes no muerden.

Según el Dr. Schlozman, los zombies sufren de hiperfagia, condición que provoca la sensación de tener siempre hambre. Esto es debido a que su hipotálamo ventromedial, uno de los núcleos del hipotálamo, se encuentra dañado. El resultado: Los zombies comen y comen pero nunca se sienten saciados.

Existe una teoría, en la que se expone que existen neuronas que se activan cuando un animal o una persona realizan la misma actividad que está observando ejecutar a otros individuos. Schlozman describe la “teoría de las neuronas espejo”, como un modelo neurobiológico de la empatía, que sugiere que de alguna forma estamos conectados los unos con los otros.

Los cerebros de los zombies son incapaces de “conectarse”, esta incapacidad es de carácter biológica. No parecen enojados, no parecen excitados, no parecen asustados. Sólo parecen zombies. Y esto, es lo que más asusta sobre ellos.

Pero, al parecer, no solo no estamos lejos de un Apocalipsis Zombie, sino que sabemos cómo iniciarlo

“Tras varios infortunios, al principio, el equipo de Stanford logró adaptar un virus del herpes que llevará el avance de la ingeniería genética neuroprotectora a las profundidades del cerebro, a fin de neutralizar las hormonas anómalas antes de que puedan causar daños”, citaba el Daily Mail promocionando una inminente vacuna contra el estrés.

Así que en el año 2010, teníamos a los medios de comunicación de todo el mundo anunciando la investigación del Dr. Robert Sapolsky sobre una vacuna contra el estrés, que utilizaría el virus del herpes modificado genéticamente para alterar nuestros cerebros. Un fármaco que debería estar por salir al mercado en cualquier momento.

Citando fuentes como el New York Times o la BBC, y para continuar la propaganda sobre el presunto hallazgo, los medios citaron a un colega de la Universidad de Stanford, que llamó a la posible vacuna “el tiro Sapolsky”, aseverando que “En los humanos este virus genéticamente modificado constituirá una gran ayuda en la regeneración neuronal causada por el estrés,  ese sentimiento de tensión que persiste una vez terminada la crisis”.

Pero, al parecer, no solo “algo” podría salir mal con esta vacuna, sino que en Harvard sabrían ya exactamente lo que se debe hacer para que el herpes nos transforme en un zombie similar a los de las películas y, por supuesto, para generar una pandemia a nivel mundial. Sugestivamente, el estudio realizado al respecto fue anterior a la feliz idea de la vacuna contra el estrés.

Con anterioridad, en el año 2009, meses antes de que Sapolsky disparara frases en diarios británicos y estadounidenses como: “¡Olvídate de los remedios ancestrales como el yoga, la meditación o tomar pastillas!”, comparando el yoga o la meditación oriental con el Rivotril o el Prozac, el Dr. Steven Schlozman ya había publicado su artículo, partiendo de la idea de “como debería funcionar el cerebro y la biología de un zombie”.

Un año antes del anuncio de la vacuna contra el estrés, Schlozman había expresado: “Aún pienso que los zombies son personajes ficticios, aunque ya no estoy tan seguro”.

Curiosamente, ambos científicos son de EEUU y Robert Sapolsky se recibió en antropología biológica en la Universidad de Harvard. Posteriormente, asistió a la Universidad Rockefeller, donde recibió su doctorado en Neuroendocrinología, trabajando en el laboratorio de Bruce McEwen, un endocrinólogo de renombre mundial.

Tras realizar una búsqueda sencilla en Google se puede advertir como ambos doctores comparten créditos en listas de estudios e incluso libros sobre neurología. Ellos mismos pueden observar estos resultados y, obviamente, deben conocerse.

This Is A Developing Story
ESPECIALES