Redaccion | Marzo 22, 2016
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Fue cuidadosamente cincelada entre los años 713 y 803 de nuestra era, en plena dinastía Tang, en un precipicio del monte Lingyun cercano a la ciudad de Leshan, donde confluyen los ríos Mín Jiāng (Minjiang), Dadu y Qingyi, al sur de la provincia de Sichuan.
El Gran Buda de Leshan representa la imagen del futuro sucesor del actual Buda (Siddhartha Gautama) y descansa solemne, con los brazos reposando sobre sus piernas.
Aparte de su muy imponente tamaño, la medida de todos sus miembros son extraordinarias: hombros de 28 metros de largo, cabeza de 14,7 metros de alto, poblada por 1021 moños o bucles de “cabello” del tamaño de una mesa redonda, orejas de 6,2 metros de alto, ojos de 3,3 metros de diámetro, dedo corazón de 8,3 metros de largo y unos pies que miden poco más de 11 metros de largo y unos 8,5 metros de ancho, lo suficientemente grandes como para permitir que se sienten en cada uno de ellos cerca de cien personas.
Su construcción la inició un monje, de nombre Haitong, que escogió su lugar de emplazamiento en una de las caras del monte Emei, dejando que el caudal de los ríos discurriese a los pies de la estatua.
Según una antigua leyenda popular de la región, existía un enorme monstruo que moraba en la confluencia de estos ríos, que causaba riadas que volcaban los barcos que traficaban en la zona. El monje, esperaba que con semejante ofrenda, Buda calmase las turbulentas aguas que estaban devastando las flotas de barcos que debían navegar río abajo.
A medida que la estatua de Buda se iba erigiendo, el material que sobraba del cincelado se iba depositando en el fondo del río. Esto, provocó que las aguas del torrente, antes turbulentas, quedaran apaciguadas. Razón por la que, aparentemente, se vio cumplido el efecto benefactor del Buda.
La historia también nos cuenta que, en una época en que la financiación de la obra se fue al traste, el religioso se arrancó los ojos para demostrar su buen proceder y que, tras su muerte, la construcción de la misma se detuvo. Hasta que, pasados 70 años, un jiedushi o gobernador de la región decidió volver a financiar el proyecto, que finalmente pudo ser completado por sus discípulos en el año 803.
Una vez que el Buda gigante estuvo completado, se fabricó una estructura de madera de trece pisos, recubierta de oro, para protegerlo de la lluvia y el sol. Este armazón fue destruido y saqueado por los mongoles durante las guerras que ocurrieron al finalizar la dinastía Yuan. Desde ese momento, la estatua de piedra quedó expuesta a la acción de los elementos.
La efigie, ha sido el centro de varios movimientos populares a lo largo de la historia china y muchos budistas han acudido hasta sus pies, para rezar plegarias en busca de seguridad para sus vidas.
En 1996, la UNESCO la declaró Patrimonio de la Humanidad junto al área escénica del Monte Emei.
En 2008, un terrible terremoto asoló la provincia de Sicuani. Aunque, por fortuna, la estatua no sufrió daños. Lamentablemente, no pasó lo mismo con los Budas de Bāmiyān en Afganistán, monumentos que le seguían en tamaño, con 55 y 37 metros de alto, y que fueron dinamitados por el gobierno islamista talibán en 2001, ya que al ser ídolos, eran contrarias a los preceptos del Corán.
La estatua ha sido afectada por la polución del desenfrenado ritmo de desarrollo de la región. Según declaró la agencia de noticias Xinhua, la estatua del Gran Buda de Leshan y otros monumentos que representan la rica herencia cultural de la misma, se han visto degradados por el clima, la contaminación del aire y los grandes grupos de turistas que los visitan.
Por ello, el gobierno ha prometido realizar varios trabajos de restauración. En el pasado, cada dinastía realizó alguna acción para conservar el Buda. En nuestros tiempos, se han llevado a cabo seis periodos de mantenimiento intenso sobre la misma.
El agua que se retiene en el estómago del Buda ha ido debilitando poco a poco su estructura y, como resultado, ha hecho proliferar musgo y plantas en la parte superior de su cuerpo. La lluvia ácida, por otra parte, ha ennegrecido la nariz del mismo y ha moteado su cara, haciendo que parezca que de sus ojos brotan lágrimas.
La figura posee un sofisticado sistema de drenaje en su interior que todavía se encuentra en construcción. Incluye canales de desagüe que fueron tallados en varias partes del cuerpo, con el fin de retirar el agua tras las lluvias, para reducir la erosión. Esto es lo que ha permitido que la estatua se conserve relativamente en buen estado, a pesar de tener ya más de 1200 años.
Si quieres admirar más de cerca esta estatua, puedes recorrer una impresionante plataforma de madera situada a un lado del acantilado. A la derecha del Buda, existe un corredor de 250 escalones, muy escarpado, que serpentea nueve veces en forma de zigzag. Este es el famoso pasillo de las nueve vueltas, no apto para turistas con vértigo.
En la parte superior del acantilado, a la altura de la cabeza del Buda, existe una galería en la que los turistas pueden relajarse y apreciar los detalles de la misma. A un lado de los caminos que surcan el acantilado, existen dos notables estatuas talladas en la dinastía Tang. Los turistas también pueden observar sugestivas figuras de hadas, pabellones y pagodas, grabadas con meticulosos detalles y diseños que ilustran la gran sofisticación y pericia del tallado que se efectuaba durante dicha dinastía.
Finalmente, podemos resaltar que las vistas desde los pies del Buda son realmente imponentes ya que la figura se alza majestuosa, sobrecogiendo a cualquier espectador.
Además, podemos subir en una de las numerosas embarcaciones que cruzan estos ríos, para disfrutar de una inolvidable vista panorámica del Buda desde el agua.
Existe un dicho en la región que reza: “La montaña revela al Buda y el Buda esconde la montaña”. Esto se corresponde con la maravillosa visión que podemos experimentar cuando navegamos por el río, con la imagen de la montaña y el Buda, en su corazón, durmiendo placidamente.