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“Los gitanos eran nómadas y ganaderos, como Krishna, y seguían la misma tradición que éste”, explica Utheesing

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Que los gitanos proceden de la India es algo plenamente aceptado. Pero, el estatus que los mismos ocupaban cuando emigraron y el motivo de que lo hicieran, es todavía un enigma que permanece por resolver en su país de origen, desde la noche de los tiempos.

La falta de certezas ha provocado una proliferación de teorías; la última es de corte teocrático y vincula al pueblo gitano con el popular dios de la India, Krishna, cuya encarnación humana tiene como su característica más esencial, el amor a la música, el baile y la fiesta.

Eso, es lo que plantea el filántropo Umang Utheesing, que pertenece a una de las más antiguas familias de Gujarat y dice que ha localizado la cuna de las “tribus gitanas” en ese estado del oeste indio, donde la mitología sitúa las andanzas del hombre-dios.

“Eran nómadas y ganaderos, como Krishna, y seguían la misma tradición que la divinidad, que después de llevar a pastar al ganado se dedicaba a cantar, bailar y divertirse”, afirma el especialista, que ha seguido el rastro de la diáspora gitana por el mundo. Subraya, que Krishna suele aparecer en la iconografía hindú con aspecto festivo y dos cayados, que empleaba para el pastoreo pero también para practicar Raas, una danza identificada aún en la India con el hombre-dios y que guarda una fuerte similitud con el baile flamenco.

El estudioso del pueblo gujarati, cree que la emigración gitana se produjo en época inmemorial por el noroeste del país y con propósito básicamente comercial, para mercadear productos locales como la seda y las especias. La tesis de Utheesing, contradice la vieja creencia de que este pueblo es originario del estado de Rajhastan, cuyas danzas también se asemejan al flamenco, y que descienden de los llamados “intocables”.

De acuerdo con esa creencia, la condición de parias, ya que los intocables ocupan el escalafón más bajo del sistema de castas, fue precisamente lo que les empujó a abandonar la India.

Autor del libro “Roma, el Pueblo Gitano”, el antropólogo Shyam Singh, coincide con Utheesing en rechazar que los gitanos descienden de intocables, y esgrime el argumento de que “cuando empezaron a irse no existía el sistema de castas, tal como lo entendemos ahora”.

Ese autor sostiene que los gitanos pertenecían en origen a distintas clases sociales, vinculadas con la profesión que ejercían, pero en contraste con Utheesing asegura que emigraron de manera progresiva, por razones variadas y en diferentes periodos.

Singh recuerda que el autor Hamza de Isphahan dejó testimonio escrito de la presencia ya en el siglo X en la corte persa de un grupo de 20.000 individuos procedentes de la India, que se dedicaban a las artes escénicas y el entretenimiento, y que considera “gitanos de primera hora”.

Asimismo, defiende la versión de que grupos de combatientes hindúes quedaron aislados y posteriormente fueron conducidos al exilio tras hacer frente con las armas a las invasiones musulmanas que se intensificaron en la India a partir del siglo XIV.

El antropólogo mantiene que los gitanos y las tribus Bangaras del norte y oeste de la India están emparentados por rasgos como el folclore, la endogamia y el nomadismo, pero reconoce la nebulosa histórica que se cierne sobre los gitanos en su país de procedencia.

Tampoco está claro porqué fue España, donde la primera referencia escrita de los gitanos se remonta al siglo XV, en un edicto del Reino de Aragón, el país extranjero en el que mejor conservaron su arte, baile y cante; e, incluso, adquiriendo allí una nueva dimensión.

La flamencóloga, Rosalía Pérez, lo atribuye a la influencia de los otros pueblos orientales que se dieron cita en la península ibérica, judíos y árabes, cuyo aporte a la cultura hispana es más reconocido, aunque apunta que no necesariamente mayor, que la de los gitanos.

Lectora de español en la Universidad de Nueva Delhi, Pérez resalta en ese sentido la notable cantidad de palabras que tienen su origen en el caló o lengua gitana y se han incorporado al castellano, como “chaval”, “chungo”, “currar” y “churumbel”.

La experta participa de la convicción de que el término “gitano” procede de “egipciano” debido a que llegaron a España desde Egipto. Y admite, no obstante, que al igual que su salida de la India, también es un misterio el origen de la palabra que define su arte.

“Los flamencólogos no se ponen de acuerdo”, concede Pérez, que explica que hay quien piensa que la palabra “flamenco” se debe a que el arte gitano cobró carta de naturaleza en Flandes porque fue donde empezaron a popularizarlo las tropas del Imperio español.

Pero, también, hay quienes creen que el término reproduce el que sirve para nombrar al ave del mismo nombre, por su planta y, anota Pérez, el garbo que ésta tiene.

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