NOTICIAS | VIDA
Los verdaderos genios se desviven por su trabajo y, en ningún caso se entregan a éste por dinero
Los verdaderos genios se desviven por su trabajo y en ningún caso se entregan a éste por dinero

Oferta Especial

Todo el mundo aspira a alcanzar la excelencia pero muy pocos la logran y, en la mayoría de ocasiones, no entendemos por qué una persona ha logrado lo que ha logrado.

¿Cómo consiguió Picasso mantener siempre tan alto nivel en su inmensa obra pictórica? ¿De dónde sacó el tiempo Stockhausen para componer sus 363 obras? ¿En qué momento se le ocurrió a Einstein formular la teoría de la relatividad?

Hay quien piensa que un genio nace, no se hace. Que, sencillamente, tiene el talento para una actividad concreta y le basta tan sólo con desarrollarlo para alcanzar la excelencia. Pero esto, es una visión muy simplista de la realidad. Y, además, como lo han podido comprobar un buen número de estudios, falsa.

No hay dudas de que un genio es un ser talentoso por naturaleza, pero el talento no es la más importante de sus características.

A continuación, las cinco cosas que, sin excepción, cumplen todos los genios. Y, no todas, son del agrado del común de los mortales.

 

CURIOSIDAD

Mihaly Csikszentmihalyi, entrevistó a 91 genios, de todas las disciplinas, incluyendo a 14 premios Nobel, a fin de escribir su libro “Creatividad”, para la Editorial Paidós, en 2008.

Una de sus principales conclusiones es que aquellos con unas mentes privilegiadas, que logran creaciones excepcionales, tienen una curiosidad y una determinación abundantes.

“Están absolutamente fascinados por su trabajo y, aunque existan otras personas más brillantes, su enorme deseo de lograr lo que se proponen supone el factor decisivo”, asegura el profesor Csikszentmihalyi.

 

DEDICACION

Solemos asociar el expediente académico con la excelencia, pero son cosas que no siempre están relacionadas El profesor de la Universidad de California en Davis, Dean Keith Simonton, realizó un estudio en que analizó los expedientes académicos de más de 300 genios nacidos entre 1450 y 1850, entre ellos gente como Leonardo da Vinci, Galileo, Beethoven y Rembrandt.

Determinó, cuánta educación formal había recibido cada uno y midió sus niveles de eminencia a través de sus obras de referencia. Sus resultados fueron sorprendentes. La relación entre educación y excelencia, al trasladarse a un gráfico tenía forma de campana: los creadores más destacados eran aquellos que había recibido una educación media, algo así como una diplomatura. Mientras, los que habían recibido una educación mayor o menor, eran menos creativos.

No cabe duda de que los genios más destacados seguían continuamente estudiando, pero eran autodidactas y, sobre todo, unos adictos al trabajo.

“Los genios son todos iguales”, explicaba el crítico literario V.S. Pritchett. “Nunca dejan de trabajar, no pierden un minuto. Es deprimente”.  La realidad es que, sin esfuerzo, el talento importa poco. Los creadores más destacados son, siempre, aquellos que más han trabajado en su especialidad, han dedicado su vida a ella, han aprendido todo lo que se podía aprender, y han llevado su pasión al límite.

 

REFLEXION

Según el psicólogo Howard Gardner, Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales en 2011, los grandes genios como Picasso, Freud o Stravinsky tenían un patrón similar de trabajo, que se basaba en el ensayo y error: analizaban un problema, creaban una solución, la probaban y generaban una retroalimentación constante.

“Los individuos más creativos”, asegura Gardner, “emplean una considerable cantidad de tiempo en reflexionar acerca de lo que quieren alcanzar, si han tenido éxito o no y, si no lo han logrado, qué deben hacer de forma diferente”. No cabe duda, las mentes creativas son también las más metódicas.

 

SACRIFICIO

Los genios están todo el rato pensando en su obra y esto tiene múltiples desventajas.

Dedicar todo tu tiempo al trabajo implica un sacrificio inmenso y una merma significativa en sus relaciones sociales. Según Csikszentmihalyi, la mayoría de genios son marginados durante la adolescencia. Por una parte, porque “su intensa curiosidad e intereses muy focalizados resultan extraños a sus compañeros”. Y, por otra, porque los adolescentes demasiado gregarios no están dispuestos a gastar tiempo, en soledad, para cultivar su talento.

“Practicar música o estudiar matemáticas requiere una soledad temible”, asegura.

En ocasiones, el sacrificio necesario para ser un genio puede rozar en lo patológico. La entrega puede tornarse en obsesión: “las personas excelentes no son necesariamente felices”. Basta ver el ascetismo que alcanzaron Freud, T. S. Eliot o Gandhi, o la soledad autoimpuesta que desarrolló Einstein.

Muchos genios desarrollan, además, una personalidad neurótica: “su trabajo les vuelve maniáticos y egoístas”.

 

PASION

Los verdaderos genios se desviven por su trabajo y, en ningún caso se entregan a éste por dinero, sino por pasión y vocación.

“Los artistas que han desarrollado su pintura y escultura por el placer de la actividad en sí, más que por las recompensas extrínsecas, han producido un arte que ha sido reconocido socialmente como superior”, asegura el pensador y escritor Dan Pink, en su libro “La sorprendente verdad sobre qué nos motiva”.

“Además, aquellos a los que motivan menos las recompensas extrínsecas son los que, finalmente, las reciben”, concluye.

This Is A Developing Story
ESPECIALES