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“Si criticas todo de ti, minimizas tus cualidades o piensas que no las tienes, eso es lo que vas a mostrar al exterior”
“Si criticas todo de ti, minimizas tus cualidades o piensas que no las tienes, eso es lo que vas a mostrar al exterior”

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Si alguien hace un comentario acerca de lo bien que luces con un arreglo en particular o acerca de los talentos que posees e, invariablemente, te sueles sonrojar o tiendes a minimizar tus capacidades, tal vez no se trate de modestia, sino de que realmente pienses que no hay ninguna cualidad en ti por la que debas merecer el ser reconocido.

Esto habla, específicamente, sobre tu autoestima, de esa percepción que tienes de ti mismo, es decir, de la forma en que te miras y piensas de ti mismo, así como de la imagen que transmites al exterior; pero, lo más delicado, es que determina la forma en que te tratas y consideras.

Por ejemplo, una persona que se considera como físicamente poco agraciada, dará por hecho que no vale la pena invertir en su arreglo personal y descuidará este aspecto; lo mismo, ocurre con quienes creen que no cuentan con la capacidad para aprender algo nuevo, limitarán al máximo su formación y por ende, será como los demás los miren.

La psicóloga, Mariana Rivera, explica que cada individuo es su principal valuador: “Si criticas constantemente todo de ti, minimizas tus cualidades o, en el peor de los casos, piensas que no las tienes, eso es justamente lo que vas a mostrar al exterior y que, además, representa la actitud con la que vas a plantear tus sueños y vas a trabajar con ellos y con las distintas oportunidades que puedas tener”.

El tema va más allá de una mirada superficial, no es algo que se arregle con una ropa mejor o con mostrarte simpático ante los demás. Hablamos de algo más interno, de autoestima, de respetarte y valorar lo que sabes, piensas y que has construido a nivel espiritual y moral. Cuando aceptas que eres un ser como cualquier otro, con virtudes y áreas de oportunidad para mejorar, de inmediato cambia tu actitud al exterior.

La especialista advierte que un primer paso en tu propósito de afianzar tu imagen radica en hacer un balance justo de tu personalidad, así como de lo que deseas transmitir pero no pensando en lo que te gustaría que los demás advirtieran sino en lo que tú esperas de ti mismo. No puedes esperar que las personas te perciban como un ser feliz cuando por ningún motivo sonríes o que te crean que eres muy positivo si siempre te quejas hasta de lo más mínimo.

“Hay que buscar la coherencia entre los actos y la imagen, esto sólo puede venir del convencimiento y de que uno vive esa realidad. Cuando esto no ocurre no hay forma de engañar a los demás, porque recordemos que las emociones y los sentimientos se gestan a nivel cerebral y como en un efecto espejo se manifiestan a nivel corporal”, explica Mariana Rivera.

Distingue muy bien entre aprender a amarte y tener una visión equivocada de ti. Por más que trates de engañarte hay algunas señales que te pueden ayudar a ubicarte en la realidad, por ejemplo:

Si lo que piensas de ti, dista mucho de lo que la gente ve de ti.

Si no te sientes cómodo con lo que proyectas.

Si actúas para dar gusto a los demás.

Si tratas de impresionar a los demás para lograr obtener algo a cambio, o simplemente, para ser aceptado.

Si preferirías dejar de hacer lo que haces, pero te sientes obligado por las circunstancias.

Aceptarte y empezar a mirarte con real admiración y esperanza sólo depende de ti. Aprovecha la próxima oportunidad que tengas para pararte frente al espejo y mírate con sumo respeto, sin juicios, cambia posturas, haz todo tipo de gesticulaciones y una vez que te sientas libre y relajado, verás que la imagen que tienes frente a ti, cambiará radicalmente para observarte en todo tu esplendor.

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