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Idealmente, estos alimentos deben formar parte de una alimentación bien planeada
Idealmente, estos alimentos deben formar parte de una alimentación bien planeada

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Hay alimentos que pueden ser buenos para reducir el colesterol, o para mejorar la firmeza de la piel, o que ayudan contra la caída del pelo.

Pero hay otros que no tienen efectos tan positivos y su consumo en exceso puede llevar a reducir el correcto funcionamiento del cerebro, específicamente la memoria y la inteligencia.

Un nuevo estudio señala que una dieta alta en fructosa, es decir los azúcares comúnmente derivados de remolacha, caña de azúcar y maíz, pueden ralentizar dramáticamente tu cerebro, obstaculizando el proceso de aprendizaje.

Afortunadamente, el mismo estudio también sugiere que el consumo de alimentos que contienen nutrientes llamados “ácidos grasos omega-3”, que se encuentran en alimentos como las nueces, sardinas, salmón o las semillas de linaza, pueden contrarrestar estos efectos negativos producidos por la ingesta de una dieta con grandes contenidos de azucares.

El estudio, dirigido por Fernando Gómez-Pinilla de la Universidad de California en Los Ángeles, se enfocó en el jarabe de maíz rico en fructosa, un líquido de bajo costo que es seis veces más dulce que el azúcar de caña.

Este jarabe se emplea en muchos alimentos procesados, como bebidas gaseosas, condimentos, salsa de manzana y alimentos para bebés.

Según estadísticas del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, el estadounidense común consume cada año más de 40 libras de jarabe de maíz rico en fructosa.

Estos, son los ocho alimentos más peligrosos para nuestro cerebro:

El azúcar:

No sólo aumenta las medidas de tu cintura, sino que también afecta la función cerebral. Consumir azúcar a largo plazo puede reducir la memoria y crear una gran cantidad de problemas neurológicos.

Por otra parte, este endulzante también puede interferir con la capacidad de aprender, es por eso que se recomienda evitar comer productos precocidos, usar azúcar en exceso para endulzar infusiones, comer golosinas, dulces y derivados, o tomar zumos o gaseosas de alto contenido en azucares.

El alcohol:

Es sabido que, a largo plazo, su consumo puede dañar el hígado. Pero también puede provocar lo que se conoce como “niebla cerebral”, que sugiere una sensación de confusión mental y afecta a la capacidad de pensar con claridad, así como la memoria.

Un ejemplo típico es el intentar recordar lo que sucedió la noche anterior después de una terrible borrachera. Ese efecto podría estar influenciado por el alto consumo de alcohol que afecta el equilibrio del cerebro. Por suerte es reversible, siempre y cuando dejes de consumir alcohol, o te limites a una o dos bebidas por semana.

La comida chatarra:

Las papas fritas, las hamburguesas o la pizza precocinada, entre otras comidas, pueden cambiar algunos procesos químicos en el cerebro, lo que conduce a los síntomas asociados con la depresión y la ansiedad. Esto lo reveló un estudio reciente de la Universidad de Montreal, en Canadá, que dice además que los alimentos altos en grasa pueden provocar abstinencia cuando se dejan de consumir.

Es que alimentarse con comida chatarra afecta la producción de dopamina, nunca tenemos sensación de estar satisfechos y siempre queremos más. Por otra parte, esta sustancia también es compatible con la función cognitiva, la capacidad de aprendizaje, el estado de alerta, la motivación y la memoria.

Las frituras y alimentos procesados:

Los alimentos fritos que ya vienen procesados, como las papas fritas, los palitos salados o el maní, suelen ser bastantes dañinos: destruyen lentamente las células nerviosas que se encuentran en el cerebro. Algunos de los aceites con los que los cocinan son muy peligrosos como para consumirlos.

Casi todos los alimentos procesados contienen productos químicos como colorantes, aditivos, saborizantes artificiales, y conservantes que pueden afectar el comportamiento y el funcionamiento cognitivo causando hiperactividad, tanto en niños como en adultos.

Hay que evitar el consumo de salchichas, fiambres y otros embutidos. A diferencia de las proteínas naturales que tiene la carne, que ayudan al cuerpo a aislar el sistema nervioso, las proteínas procesadas hacen exactamente lo contrario.

La sal:

Los alimentos salados afectan la presión arterial y el corazón. Además, aquellos que contienen altas cantidades de sodio pueden atacar la función cognitiva y perjudicar la capacidad de pensar.

Por otra parte, a este tipo de alimentos se les relaciona al consumo de la nicotina, porque genera adicción, ya que como siempre se dice: “si comes una papa frita no puedes parar hasta terminar todo el paquete”. Esto es porque comerla provoca tener cada vez más antojo y la sensación de no saciarse nunca.

Los cereales:

Consumir toda clase de granos, excepto los que contienen 100% de grano entero, tienen un impacto en el funcionamiento del cerebro y de la salud en general. La razón es que si consumes granos regularmente, tu cuerpo corre el riesgo de envejecer más rápido y de experimentar pérdida de la memoria y confusión mental.

Las grasas trans:

Pueden perjudicar a tu cerebro porque lo hace más lento al afectar la calidad de la respuesta y los reflejos. Si se consume durante demasiado tiempo pueden dar lugar a una especie de contracción cerebral que es algo similar a la contracción causada por la enfermedad de Alzheimer. Esta reducción del volumen cerebral se produce por el hecho de que las grasas trans lentamente dañan las arterias.

El edulcorante artificial:

Muchas personas creen que podrán perder peso de la noche a la mañana con sólo reemplazar el azúcar por edulcorantes artificiales, y esto es incorrecto. Lo bueno es que contienen menos calorías, pero en realidad puede hacer un daño más severo, ya que si se los utiliza durante un período prolongado de tiempo, pueden causar daño cerebral e interferir con la capacidad cognitiva, especialmente si se consume en grandes cantidades.

El mencionado estudio, monitorizó dos grupos de ratas. Cada grupo fue alimentado con comida regular y entrenado en un laberinto dos veces al día durante cinco días. Luego, fueron cambiados a una dieta rica en fructosa durante seis semanas. Sólo uno de los grupos recibió conjuntamente ácidos grasos omega-3.

Luego de seis semanas en dieta experimental, las ratas fueron nuevamente sometidas a prueba en los laberintos.

De los dos grupos, las ratas que recibieron fructosa sin un suplemento de ácidos grasos omega-3 tardaron más en completar el laberinto, en tanto que sus células cerebrales presentaron problemas para comunicarse entre sí, entorpeciendo la capacidad de las ratas para pensar con claridad y recordar la ruta del laberinto.

Los ácidos grasos omega-3 nos resguardan frente a daños en la sinapsis, el enlace químico entre las células cerebrales que posibilita la memoria y el aprendizaje. Estas membranas, que rodean la célula, tienen un contenido muy alto de omega-3 y eso es muy importante para la funcionalidad de las mismas.

Entonces, ¿qué implicaciones tiene esto para nosotros? En suma, lo que se come puede tener un gran impacto en cómo funciona el cerebro. Cuidarse de no comer comida chatarra, lo cual no es muy fácil porque en general este tipo de comidas desafortunadamente son deliciosas.

¿Aún piensa hacer a un lado esta recomendación y darse un gusto con un dulce helado de crema y frutas? Entonces, coma también alimentos ricos en omega-3. Hoy en día hay diversas opciones donde puedes investigar cuales son los ácidos grasos omega-3 y encontrar listados de todos los alimentos que lo contienen.

Fernando Gómez-Pinilla, explica, “todos tenemos que comer. Y al empezar a investigar nos dimos cuenta que las comidas realmente funcionan como drogas, como medicamentos en realidad. A fin de cuentas, todos somos ratas en un laberinto, y lo que comes tiene un impacto en si ganas el queso o si encuentras un callejón sin salida”.

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