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The Last Israelíesnarra la historia de la tripulación de un submarino israelita
"The Last Israelis" narra la historia de la tripulación de un submarino israelita

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Esperemos que el futuro que aquí se describe nunca suceda, pero estas palabras deben servir como una advertencia ante la peor calamidad que podríamos imaginar. Por primera vez desde la Guerra Fría, el mundo se enfrenta a la posibilidad real de un Armagedón nuclear.

La República Islámica de Irán parece empeñada en el desarrollo de armas nucleares y, a pesar de diez años de amenazas y sanciones, la maquinaria sigue girando en bunkers secretos a prueba de bombas, enterrados bajo las montañas de Irán.

Todos hemos oído la retórica de Bush y Obama, instando a Irán a detener el enriquecimiento de uranio y a abandonar su carrera para construir la bomba atómica. Todos fuimos testigos de cómo el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, compadeció ante la Asamblea General de la ONU para explicar, concisamente, como Irán se estaba acercando rápidamente a la “línea roja”, lo que obligaría a Israel a emprender una acción militar unilateral de forma inmediata.

Los debates sin fin y las constantes promesas de la administración Obama de que a Irán nunca se le permitiría poseer armas nucleares, no han logrado nada. Irán se acerca cada vez más a producir una ojiva nuclear y continua suministrando dinero y armas a la mayoría de los terroristas del mundo.

Los ayatolás, que tienen una creencia fanática en el “fin de los tiempos islámico”, que sólo puede lograrse a través de un gran choque de civilizaciones, han dejado claro que no cederán a las amenazas de occidente. También han dejado claro que están dispuestos a permitir que los ciudadanos de Irán mueran de hambre y sufran, para dotar a sus militares con los recursos que necesiten para convertirse en una superpotencia islámica.

Hay que reconocer, que locos existen a ambos lados de la línea divisoria. El miércoles, el multimillonario estadounidense, Sheldon Adelson, un importante partidario del Partido Republicano, sugirió que los Estados Unidos deberían dejar caer una bomba nuclear sobre Irán, para demostrarles “cuan serios somos”. Por supuesto, los iraníes tienen su dosis justa de locuras. Mahmoud Ahmadinejad, el ex presidente de Irán, pasó años prometiendo destruir al pequeño Satán, Israel, y al Gran Satán, América.

A pesar de la opereta cómica interpretada por los Adelsons y Ahmadinejads del mundo, la amenaza es bastante real. Irán está decidido a desafiar a Occidente y su odio a Israel y al pueblo judío es absoluto. En el momento en Irán logre desarrollar la bomba, nuestro mundo cambiará para siempre, y el Reloj del Juicio Final se moverá un poco más cerca de la medianoche.

Tras la exposición constante a noticias realmente críticas e importantes, estas comienzan a perder todo significado y sentido de urgencia. El oír las mismas advertencias, una y otra vez, especialmente cuando el “statu quo” parece paralizado, puede causar una cierta desensibilización, una apatía resignada que ignora las advertencias, con la esperanza de que estas no se materialicen. La esperanza se va volviendo más optimista y pasiva, con cada día que pasa y que las advertencias no se concretan.

Uno de los ejemplos más evidentes de este fenómeno, es la amenaza de un Irán nuclear. Durante años, la comunidad internacional ha estado oyendo historias acerca de la búsqueda de armas nucleares en Irán. Durante años, el mundo ha estado escuchando a Irán amenazando que acabará borrando al estado de Israel del mapa. Pero hasta el momento, Irán afirma que no tiene armas nucleares y ningún ataque ha sido lanzado sobre Israel. Por lo tanto, muchos se han vuelto insensibles a la situación, incluyendo los encargados de garantizar que un Irán nuclear nunca se convierte en una realidad.

Pero nunca la realidad ha estado tan cerca, como se nos advierte en la reciente novela de Noah Beck, “The Last Israelis”. La proximidad real a una guerra apocalíptica es lo que hace que la advertencia de Beck, sobre el fin del mundo con un Irán nuclear, sea tan convincente. En el caso de que lo peor llegara a pasar, este intento por despertar a Occidente de su letargo, podría resultar ser esa terriblemente profética alerta final que jamás fue escuchada.

Gran parte de la opinión pública está condicionada por los medios de comunicación y sus gobiernos a creer que sus presidentes de corto plazo, sobre todo en EEUU,  tienen que concentrarse sólo en asuntos urgentes durante su mandato y, casi nunca, en asuntos o amenazas a más largo plazo. Por tanto, un holocausto nuclear en el Medio Oriente parece poco realista. Añadiendo a esto el hecho de que prácticamente todas las naciones con armas nucleares jamás las han usado, se puede entender por qué prevalece una cierta apatía cuando se habla sobre la amenaza de un Irán nuclear.

Pero Irán es diferente. Sus líderes chiitas creen que al final de los tiempos, un profeta del siglo noveno, el 12 de Imam, volverá a aparecer para matar a todos los infieles y levantar la bandera del Islam en los cuatro rincones del mundo. Reza Kahlili, un ex agente de la CIA en la Guardia Revolucionaria de Irán, informó el año pasado sobre las declaraciones apocalípticas del líder supremo de Irán, el ayatolá Ali Jamenei, que dicta la política nuclear de Irán. Las declaraciones de Jamenei, a  través de los medios estatales iraníes, proclamaron que “El tema del Imam Mahdi es de suma importancia, y su reaparición ha sido claramente establecida en nuestra sagrada religión del Islam. Debemos estudiar y recordar el final de los tiempos y la era del Imam Mahdi... Hay que preparar el ambiente para el día en el que el gran líder vendrá”. Kahlili también tradujo las noticias iraníes de junio pasado, que sugerían que el nuevo presidente electo de Irán, Hassan Rouhani (el llamado “moderado”), comparte la opinión de Jamenei. El informe cita a Rouhani agradeciendo el mesías islámico por su victoria electoral de junio 15.

En efecto, la teocracia islámica dominante en Irán, cree que los escenarios apocalípticos son necesarios antes de que el salvador del Islam, el Mahdi, o “Imam Oculto”, regrese (incluyendo la profecía en la que los musulmanes deben matar a todos los Judíos antes de su regreso); cree que la muerte en la yihad le concede el paraíso instantáneo al “mártir”; cree que el tantas veces citado sentimiento islamista de que “los musulmanes aman la muerte como los occidentales aman la vida”, un sentimiento que se ha manifestado en la realidad, con demasiada frecuencia por jóvenes musulmanes, hombres y mujeres, que sacrifican sus vidas para convertirse en bombas suicidas para matar estadounidenses, israelíes, y muchos otros.

En resumen, Irán tiene una visión del mundo que es muy diferente a la que guía la toma de decisiones en occidente. A diferencia de las democracias seculares occidentales con armas nucleares, se supone que un régimen supremacista islámico nuclear en Irán sea mucho más propenso a utilizar las devastadoras armas. Por tanto, la situación es grave, es urgente y, como las Naciones Unidas se niegan a actuar decisivamente, se podría desencadenar un holocausto en el que millones de personas inocentes, israelitas e iraníes por igual, desaparezcan en una noche.

 

¿COMO SERIA EL ESCENARIO DE LA PESADILLA?

Como una poderosa novela, bien investigada, “The Last Israelis” proporciona una fascinante respuesta y ayuda a neutralizar la desensibilización y la apatía ante un Irán nuclear, representando un escenario muy real de lo que un Irán nuclear podría significar para la región y para el mundo.

La narración sigue la vida de la tripulación de un submarino israelí. Tras la noticia de que Irán ha logrado un estatus nuclear de vis-à-vis con un occidente impotente o indiferente, son arrancados de sus seres queridos, tras un breve permiso en tierra, y son enviados en una misión para tomar  posibles represalias mediante el envío de misiles lanzados desde submarinos balísticos nucleares , si un ataque nuclear fuera lanzado contra Israel. A mitad de su misión, los submarinistas pierden el contacto con el comando base y la ambigüedad que rodea las circunstancias, y lo que podrían implicar, creándose una tensión palpable y toda una serie de conflictos entre los miembros de la tripulación.

Lo que acontece a la tripulación es un debate muy filosófico, aunque demasiado humano, sobre lo que deben hacer, ya que ahora depende de ellos la decisión del destino de millones de personas:

Si la comunicación definitiva con el cuartel general mostrara que Israel había sido “atacada desde todos los frentes”, y que el comando naval había sido alcanzado y que estaba “en modo de gestión de crisis”, ¿qué significaba eso para el resto del país que había sido “atacado desde todos los frentes”? ¿Qué significaba para los seres queridos de los tripulantes de submarino?... ¿Y qué significaba para decidir hacer algo que podría matar a millones de seres humanos en tan sólo unas pocas horas? Cada tripulante tuvo problemas con estas preguntas de peso, tratando de decidir por sí mismos cuál era el curso de acción más apropiado dadas las circunstancias.

Los debates matizados son particularmente interesantes porque la tripulación de Beck es tan heterogénea y compleja como la sociedad israelí que defienden, incluyendo un vietnamita-israelí, un druso árabe-israelí, un etíope-israelí y a un israelí cristiano. Sobre la base de sus antecedentes individuales, educación y experiencias más importantes, este grupo variopinto ofrece perspectivas dramáticamente diferentes, desde la línea dura a la pesimista, reflejando la diversidad de puntos de vista que uno encuentra en una democracia impulsada por el debate, como Israel.

Además de manejar una advertencia de carácter urgente, “The Last Israelis”, está enraizada en la historia y acontecimientos actuales, incluyendo personas reales, lugares y eventos que nos proporcionan de una manera entretenida, elementos  para aprender más sobre el Oriente Medio en general, y del conflicto entre Israel e Irán en particular.

Y en un aspecto crucial, este libro no es una ficción. Un Irán, con armas nucleares es una muy mala noticia, no sólo para Israel, como muchos piensan, sino para toda la región y para la estabilidad del mundo. Por lo tanto, el mundo está obligado a actuar ahora para asegurar que el escenario horrible que se relata en “The Last Israelis”, nunca se cumpla.

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