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Este sencillo montículo sería la tumba de Jesús en Japón
Este sencillo montículo sería la tumba de Jesús en Japón

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Quizás usted haya oído hablar alguna vez de ello, quizás lo leyó en la prensa, lo vio en algún documental o, quizás, lo haya comentado en el seno de su iglesia, como un comentario ameno de un bulo que cada vez se hace más y más fuerte.

Pero, de lo que seguramente jamás habrán oído hablar en sus vidas, es de un remoto pueblo, situado en las regiones del norte de Japón, donde desde tiempos remotos se venera la tumba de Jesucristo y se puede revisar su testamento. Sí, Jesús escribió su testamento, y en japonés.

En Japón, en la prefectura de Aomori, entre el lago Towada y la ciudad de Hachinohe, se encuentra un pueblo de apenas 3.000 almas, Shingo, literalmente “pueblo nuevo”, parte de lo que anteriormente fue conocido como Herai, que sigue siendo el nombre de la montaña situada en la parte oriental de la aldea.

Aparte de su ajo, especialmente delicioso, y de su famosa fábrica de yogures, sólo tiene la asombrosa belleza de su naturaleza (aún mantiene los tradicionales techos de paja en los que crece la hierba) para ofrecer como atractivo turístico…  Si no fuera por el hecho de que, Shingo, es también famosa por ser el lugar donde estaría enterrado Jesucristo.

Allí, todavía hoy, se puede visitar su tumba, declarada como monumento oficial de la localidad, perfectamente señalizada en los mapas turísticos y en las señales de tráfico de la ciudad, donde cada año se celebra el “Festival de Cristo” (キリスト祭), que atrae a un nutrido grupo de artistas locales y una multitud de perplejos turistas.

Esta es la leyenda, que podemos leer en los folletos turísticos de la ciudad o que, muy amablemente, nos pueden contar sus vecinos:

“A la edad de 21 años, Jesucristo (イエスキリスト) llegó a Japón y estudió teología durante 12 años. Él regresó a Judea a la edad de 33 con el fin de predicar, pero la gente rechazó sus enseñanzas y lo arrestaron para crucificarle.

Sin embargo, fue su hermano pequeño Jsus Chri (イスキリ) quien ocupó su lugar en la cruz y murió por él. Jesucristo, habiendo huido de la crucifixión, reanudó sus viajes y, finalmente, regresó a Japón, estableciéndose en este pueblo, Herai, donde vivió hasta la edad de 106 años (otras versiones indican la edad de 118 y, el nombre de su esposa, Miyu).

En este lugar sagrado, la tumba de la derecha está dedicada a Jesucristo, mientras que la tumba de la izquierda conmemora a su hermano, Jsus Chri. Todo esto, está escrito en el testamento de Jesús”.

El sitio de la tumba de Jesucristo, se ha convertido en todo un parque temático; con jardines, parking, fuentes y un bonito museo. Incluso, se dice, que en el mismo ha tenido lugar algún que otro milagro. Atrae cada año a unos 10.000 visitantes, lo que representa un ingreso considerable para esta región, alejada de los principales ejes de comunicación del Japón.

Abriéndose paso a lo largo de la ladera de una colina, una escalera tallada en la roca nos lleva hasta dos túmulos funerarios, marcados con dos pilares de madera blanca, que contienen los restos mortales de Jesús y su hermano menor.

Normalmente, en Japón, las tumbas están marcadas con sencillas lápidas, en las que por lo general solo están escritos los nombres de las personas allí enterradas. Sin embargo, excepcionalmente, se pueden detectar este tipo de túmulos, como es el caso de los hermanos Chri, y que están asociados tradicionalmente a figuras muy importantes.

Estos dos montículos, no son las únicas tumbas en ese lugar. A pocos metros de allí, hay un cementerio algo más “clásico”, donde entre las tumbas esparcidas a lado y lado de la colina destaca una en especial, la de la familia de los Sawaguchis, guardianes de este lugar desde tiempos inmemoriales.

“¿Coincidencia? ¡Creo que no!”, responde el famoso investigador Kyomaro Takeuchi, quien, en 1935, en la biblioteca de su familia en la prefectura de Ibaraki (más al sur del país) descubrió unos documentos, muy antiguos, gracias a los cuales toda esta historia pudo ser redescubierta.

Según los “Documentos Takeuchi”, la familia Sawaguchi vendría a ser nada menos que el equivalente de los Saint-Clair de “El Código Da Vinci”, pero en el mundo real. Sí, ellos son los descendientes de Cristo. El descubrimiento de estos documentos causó mucha agitación en la prensa japonesa en su momento, y un gran número de elementos que no tenían importancia cuando se consideraban aisladamente, de pronto, cobraban sentido y corroboraban esta afirmación.

A lo largo de la colina, se pueden apreciar otro tipo de piedras talladas que no son lapidas, se trata de los “Tanka” (短歌), poemas cortos que se cantan lentamente con voz melodiosa. Están allí debido a la competencia de Tanka, que tienen lugar cada año, durante el Festival de Cristo.

En el mismo cerro se encuentra también el Densyoukan, visitado por la mayoría de los turistas que acuden a la región. En este museo, se han reunido documentos históricos y evidencias de la presencia de Cristo en el Japón. Por tanto, se trata de una visita ineludible para quienes estén particularmente interesados en dicha leyenda.

Una vez en él, Es casi imposible pasar por alto una estrella de 5 puntas que ocupa un lugar destacado en el mismo. Es el emblema de la familia Sawaguchi.

Al pie de la colina, a unos doce pasos de la entrada del sitio, se puede ver el emblema original, en la fachada de la casa Sawaguchi, que no es un museo, sino una verdadera casa donde viven personas como usted y como yo (bueno, de acuerdo a los “Documentos Takeuchi”, no exactamente como usted y yo).

La similitud de este emblema con la estrella de la familia David, símbolo de los hebreos desde tiempos inmemoriales, es simplemente impresionante.

Por otra parte, si esta historia no es del todo cierta, entonces por qué el embajador de Israel se desplazó a la ciudad en 2004 y dono una placa, que puede ser vista por todos al pie de las dos tumbas, tallada con el siguiente mensaje en hebreo:

“Esta placa es un regalo de la ciudad de Jerusalén, como símbolo de la amistad entre el Estado de Israel, la ciudad de Jerusalén y Shingo”.

Según el profesor Eiji Kawamorita, toda una autoridad en la cultura hebraica, la letra de la canción que tradicionalmente se canta cada año en el Festival de Cristo, mientras se baila alrededor de la tumba de Jesús, y cuyo significado ha sido olvidado, habría sido originalmente en idioma hebreo. Como referencia, acude a la siguiente frese, en su versión más completa (que figura en las crónicas de Shingo), y que se pronuncian como sigue:

Naniyaa dorayayo (ナニヤアドラヤヨ)

Naniyaa donasare inokie (ナニヤアドナサレイノキエ)

Naniyaa doyarayo (ナニヤアドラヤヨ)

Es un extraño canto, por más de una razón. Además del hecho de que su significado se haya perdido en la memoria de los tiempos, esta canción que se escucha tan sólo en Shingo, no tiene fin, en oposición a la regla general de la música. Y la palabra “nasare” en el medio, ¿no suena algo parecido a “Nazaret”?

Pero la orgía de pruebas no acaba allí. Echando un vistazo a la fotografías de algunos de los miembros de la familia Sawaguchi, es difícil no darse cuenta de las características semíticas obvias que aún prevalecen en los mismos. Los miembros de esa saga, son más altos que el promedio de los japoneses, la nariz es más larga de lo común y el tono de su piel es algo más clara que el resto de sus coterráneos. Esto, por sí solo, los hace peculiares y delata sus probables orígenes.

Otro de los elementos a añadir a nuestra presunción es la impresionante imagen del traje tradicional de la zona con el traje típico hebreo así como la peculiar tradición ancestral local de colocar una cruz en la frente de los recién nacidos, costumbre que se sigue ciegamente, y cuyo origen se pierde en la bruma de los tiempos. Y, por otra parte, que el nombre original de la aldea, Herai, pueda derivar muy probablemente de la palabra "Hebrai", ya que sus habitantes originales podrían haber sido de origen hebreo.

Mas allá de todo esto, existe un documento que puede bastar por sí mismo para barrer cualquier sombra duda que pueda quedar en la mente de los racionalistas más escépticos. Se trata de la pieza más valiosa del museo, el “Testamento de Jesucristo”. Escrito de su puño y letra y, naturalmente, en japonés. Este testimonio, fue “milagrosamente” descubierto entre los famosos “Documentos Takeuchi” y, en él, Jesucristo describe su tumba y los signos de su nombre, sin dejar ninguna posibilidad de equívoco en su identificación.

Con el fin de despertar el espíritu crítico en este artículo, debemos mencionar un detalle que no escapa a la vista del investigador más avezado. A unos 3 kilómetros de distancia de la tumba de Jesucristo, se encuentran no una, sino dos pirámides. La “Pirámide de la Gran Piedra de Dios” (大石神ピラミッド) y, a unos pocos cientos de metros en la cima de una frondosa colina, la “Pirámide Más Alta de la Gran Piedra de Dios” (上大石神ピラミッ). ¡Vaya nombres!

La primera pirámide es adorada como un dios, ya que se encuentra en el centro de un santuario sintoísta, en plena naturaleza. “Shinto” es la religión de la naturaleza, sus dioses son innumerables. Este santuario ha existido durante siglos, sin sufrir contaminación por la arqueo manía.

En su momento, se afirmó que las pirámides de Japón eran más antiguas que las egipcias o las mexicanas, y que un documento muy antiguo, hallado en los archivos de la familia Takeuchi en 1935 (¡qué casualidad!), dio a conocer la existencia de 7 pirámides en esa nación. El famoso buscador de pirámides japonés, Katsutoki Sakai, y el cineasta Banzan Toya, describieron ese mismo año a la “Pirámide de la Gran Piedra de Dios” como una de las pirámides más importante del Japón.

Ahora bien, tenemos dos pirámides “más antiguas que las pirámides egipcias” y una tumba, que se supone tenga al menos más de 2000 años de antigüedad, que han sido descubiertas por los mismos individuos, utilizando los mismas “documentos antiguos”… ¡Eso ya es demasiado!. Esto huele a engaño. Bueno, al menos ahora tenemos nombres.

¿Qué hay de la relación entre estas pirámides y la tumba de Jesús? Pues, tenemos un año común de “descubrimiento”, 1935. Una fuente común de documentación antigua, los “Documentos Takeuchi” y, ahora, el nombre de dos intrépidos exploradores: Katsutoki Sakai y Banzan Toya. Aún nos queda otro nombre por descubrir, el nombre del alcalde de Shingo en esa época, Denjiro Sasaki, conocido por su implacable intento de desarrollar el turismo en la región. Y, a quién o qué podría beneficiar toda esta historia, ¿sino al turismo local?

Un año antes, se había decidido hacer del Lago Towada una reserva nacional. Para desesperación de Sasaki, el área de Shingo había sido excluida de la zona asignada a la misma. Así que Sasaki invitó al cineasta Toya, notoriamente enamorado de Lago Towada, con el fin de hacer un poco de publicidad a su ciudad. Pero la afición de Toya no era sólo por el lago, también estaba interesado “supuestamente” en la arqueología, y trajo consigo a su amigo Sakai, quien ya era conocido para ese entonces por anunciar la existencia de siete pirámides en el país asiático. Juntos, cinco meses antes, habían ido a la búsqueda de la “Primera Pirámide en Japón”, en el Monte Hiba. Y, así, llegaron al santuario de la “Gran Piedra Dios”, la cual declararon, con mucho bombo en la prensa, como la “segunda pirámide de Japón”.

En 1935, todo parecía estar en su lugar, se necesitaba una chispa para incendiar los fuegos artificiales. Esa chispa pasa por ser un hombre, llamado Kyomaro Takeuchi, quien se hizo pasar por el heredero de la familia Takeuchi (la familia de los documentos), además de describirse a sí mismo como un oráculo. Llegó a Shingo ese año y se encontró con Sasaki. Una de sus reivindicaciones era que había encontrado en el interior de los archivos de sus familiares, documentos antiguos relacionados con hechos que se remontaban hasta 317 mil millones de años en el pasado (¡más fuerte que Ron Hubbard!). Cabe decir que se granjeo una multitud de fantásticos seguidores, amantes de la arqueología.

Tras haber dejado Shingo, se anunció el descubrimiento de la tumba de Jesucristo. Por una extraña coincidencia, tan pronto llegó a su casa, Takeuchi escarbó el “Testamento de Jesucristo” de entre sus archivos.

El primer Festival de Cristo, una adición al folclore del pueblo y un serio impulso al turismo local (10% de la frecuentación anual se lleva a cabo en este mismo día), se celebró unos 30 años más tarde. Al parecer, se tarda aproximadamente una generación el implantar un nuevo mito.

Este festival, que se lleva a cabo todos los años a principios de junio, es en sí misma una fiesta tradicional. La parte correspondiente a "Cristo", es el tema de la ceremonia sintoísta. La supuesta tumba de Jesucristo es utilizada como escenario para la Nanya Doyara, pero el resto de la fiesta tiene vida propia, y se lleva a cabo en otro lugar, a donde todo el mundo se traslada una vez que el Nanya Doyara ha terminado. Esto, es una clara evidencia de que el supuesto tema del festival, Jesucristo, es una adición reciente.

¿Qué pasa con las extrañas palabras del Nanya Doyara? Después de todo, el profesor Kawamorita no es un estafador. ¿Su origen puede ser probablemente hebreo? Debemos señalar dos cosas: en primer lugar, esta danza no es específico de la aldea Shingo, sino que se extendió a través de las prefecturas de Aomori, Iwate y Akita. Y, aunque es un hecho cierto que el significado de las mismas se ha perdido, no es algo de extrañar. El japonés es un idioma muy diverso, y en algunas regiones la gente habla sensiblemente diferente a como se habla el japonés en Tokio.

Por otro parte, avergonzado por el hecho de que su nombre se asocie con esta historia, el profesor Kawamorita, en su trabajo de investigación sobre la existencia de palabras hebreas en las canciones tradicionales del Japón, sostiene esta afirmación iluminadora:

“Durante el verano de 1935, cuando puse un pie en Herai por vez primera, la tumba de Cristo no existía todavía. No tengo nada en común con Kyomaro Takeuchi, quien se hizo pasar por un oráculo y descendiente remoto del Sukune Takeuchi, ni con su grupo: Katsutoki Sakai, Banzan Toya, el historiador e investigador Kikue Yamakawa y otros, que crearon  toda esta fantasía de  la “Tumba de Cristo” en Herai, y me niego a tener esa responsabilidad”.

Pero ¿qué sucede con el nombre de “Herai”? ¿No es una alteración de “Hebrai”? No, en absoluto. En toda esta parte de la prefectura de Aomori, y al sur de ella Iwate, se extiende una cadena de ciudades cuyos nombres se componen de un número seguido por el carácter "" (puerta). La única excepción es la ausencia de la “Puerta 4”, ya que el “4” es un número de mala suerte en Japón. Por ello, esta ciudad fue nombrada como “La puerta que viene” o “Herai” ( ). Por supuesto, esto echa por tierra la teoría de que el antiguo nombre de Shingo tenga algo que ver con los hebreos.

En cuanto al emblema del clan de los Sawaguchi, es obvio que es una exageración el asemejarla a la “Estrella de David”. Aun así, durante mucho tiempo, esta estrella fue utilizada como un amuleto de la suerte, antes de ser adoptada como un símbolo de identificación de los judíos durante el Renacimiento (siglo 16). El símbolo judío real, durante la época de Cristo, era el “Menorah” guardado en el templo de Jerusalén. La cruz, por su parte, no fue adoptada como símbolo de Jesús antes del siglo quinto. Los símbolos utilizados en los “Documentos Takeuchi”, son por tanto anacrónicos.

¿Y el aspecto “semita” del Sr. Sawaguchi? Ya eso es rizar el rizo.

Volviendo al famoso “testamento de Jesucristo”, escrito en japonés. ¡Hace 2000 años? ¡Vamos! El japonés sólo se pudo escribir hasta los albores del siglo sexto. Y, en cuanto al katakana, que se utiliza en dicho “testamento”, ¡hasta el siglo noveno! Por tanto, es totalmente imposible que un documento del siglo segundo fuera escrito con caracteres que no existían en esa época. A menos que, por supuesto, su condición de hijo de Dios le diera a Jesús los poderes sobrenaturales adecuados para hacerlo.

Como acabamos de ver, esto de la “Tumba de Cristo”, no es más que un montaje para que los desinformados turistas vengan a la aldea y, de hecho, es un completo éxito. Por supuesto, nadie se toma en serio toda la historia que allí se cuenta.

 

Visita a la tumba de Jesucristo en Japón

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