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El cruceiro que hay junto a la ermita de San Andrés de Teixido, testigo impertérrito de miles y miles de peregrinos a lo largo de los siglos
El cruceiro que hay junto a la ermita de San Andrés de Teixido, testigo impertérrito de miles y miles de peregrinos a lo largo de los siglos

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Conocido también como San Andrés de “Lonxe” y San Andrés “do cabo do mundo” debido a la lejanía y dificultad de acceso que tenía antiguamente la ermita del santo, situada en la sierra de A Capelada, perteneciente al ayuntamiento de Cedeira; sierra que tiene una belleza salvaje extraordinaria, bañada por el Atlántico y muy próxima al Cantábrico.

Estos montes, donde las bestias pacen tranquilas, se levantan sobre el Océano formando espectaculares acantilados. Los más altos, son los de Vixía de Herbeira, que con sus 613 m. sobre el nivel del mar, se codean en belleza y espectacularidad con los afamados Horneler de Noruega, 860 metros, o los de Croaghaun en Irlanda, 680 metros.

La sierra es recorrida por un sin fin de manadas de caballos salvajes, de raza galego-astur y que según la leyenda fueron los que permitieron a los antiguos habitantes de esta zona resistir a los árabes cuyos veloces caballos se despeñaban en esto bravos montes y, comenzar así, la reconquista de España a partir de la primera derrota árabe en Asturias.

Pero lo que fundamentalmente atrae a los turistas a estos parajes es el santuario de San Andrés de Teixido. Realmente, os sorprenderéis con cuantas leyendas y elementos mágicos rodean al inconfundible santuario de estilo gótico marinero.

Hoy en día es una de las romerías más populares de Galicia, siendo el día 8 de septiembre la fecha más concurrida.

Son múltiples los poderes que se le atribuyen a San Andrés de Teixido tales como curar dolencias, consultar el porvenir y sobretodo proteger el ganado y las cosechas.

De igual forma, toda persona que desee curar sus males de amores puede encontrar alivio a sus males en la hierba de “namorar”, un clavel marino que se halla entre las rocas del tremendo acantilado donde se halla aupado el santuario, lo que hace de este un lugar de peregrinación tanto para el dolor como para el amor. Actualmente no es necesario buscar la "herba de namorar" ya que es difícil de hallar y, en cambio, el sacristán de la hermita nos la venderá en una maceta para que nos la llevemos cómodamente a casa.

Para producir sus efectos, esta hierba (al menos un trozo) debe ser introducida en una prenda de la persona amada, sin que esta se de cuenta ni llegue a retirarla, por ejemplo en una costura, forro o doblez donde permanecerá actuando a nuestro favor.

Estos ritos de origen pagano como el de beber agua de la fuente (rito de fertilidad), o coger una piedra del monte y arrojarla en los “milladoiros” o montones de piedras (rito de potencia), nos indican que probablemente San Andrés se trate de un enclave en su pasado de culto celta y posteriormente cristianizado.

Ya existía en el siglo XII, aunque la actual construcción data de 1785, y en él se mezclan el culto cristiano a San Andrés con ritos paganos y tradiciones precristianas, como esa creencia de que los reptiles y otro tipo de bicherío que andan por el camino son almas en peregrinación que no merecerán el descanso hasta que no hayan visitado el santuario.

Esa es una de las leyendas gallegas más extendidas, y otra es la que explica que el santuario se levantó en el lugar donde encalló la barca de San Andrés (así se llama un peñasco con forma de barca invertida frente a la costa). Según cuenta la antigua e ingenua leyenda, el Santuario siempre se encontraba vacío, provocando soledad y desolación en el santo, que observaba con cierta envidia como el Apóstol Santiago era visitado por peregrinos de todas partes del mundo. Pero un buen día, recibió la visita del Señor acompañado por San Pedro, ocasión que el santo aprovecho para transmitirle su poca suerte y tristeza. Las quejas hicieron eco en el Señor, que le prometió que su santuario sería visitado por gente de los sitios más recónditos y que nadie, ni vivo ni muerto, dejarían de hacerlo, de ahí el dicho.

Los turistas llegan hasta aquí con la lección bien aprendida y cumplen con los rituales de beber de los tres caños de la Fuente del Santo, hacer las promesas a San Andrés y pedirle favores. Para cerciorarse que el santo concede los deseos sólo es necesario arrojar un trozo de pan en el agua de la fuente, si éste flota no hay duda posible del favor del santo, pero si se hunde debe volver a intentarse al año siguiente, alcanzándose también la salvación eterna si se peregrina durante siete años consecutivos.

Por su parte, los lugareños, en sus tiendas y puestos de souvenirs a las puertas de sus casas, se encargan de mantener vivos los iconos de San Andrés de Teixido, regalando ramilletes de la “herba de namorar” (hierba de enamorar), propicia para el erotismo y la fertilidad, y vendiendo los singulares amuletos de vivos colores llamados “sanandreses” que ellos mismos fabrican con miga de pan endurecida al horno.

Un manojito de figuras de miga de pan, cuesta cuatro euros y vienen acompañadas de un papelito con sus significados: la flor le acompañará en el amor; la mano pedirá por el buen hacer en los estudios; gracias a la sardina, nunca le faltará el alimento, y la barca le protegerá en los viajes; la escalera le ayudará a mejorar en el trabajo y los negocios; la figura de San Andrés le dará buena salud y amistad; y la corona del santo y la paloma, símbolo de la paz, le traerán suerte en general. Un regalo ingenuo, sincero... ¡pero encantador!

En fin, nosotros fuimos vivos a San Andrés de Teixido, ¿y vosotros?

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