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El alemán Franz-Peter Tebartz-van Elst desató una polémica en Europa por su presunto derroche de dinero
El alemán Franz-Peter Tebartz-van Elst desató una polémica en Europa por su presunto derroche de dinero

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Se hace mayúsculo el escándalo del “obispo del lujo” alemán, que “nos crea un tremendo problema de credibilidad”, dijo hace pocos días atrás el presidente de la Conferencia Episcopal de Alemania, monseñor Robert Sollisch, quien llegó al Vaticano para hablar del asunto y buscar un rápido desenlace de manos del Papa Francisco.

También está en Roma, el inculpado de haber despilfarrado la bicoca de 41 millones de euros (53 millones de dólares) en la remodelación de la sede episcopal, según el Frankfurter Allgemein, el diario más importante de Alemania. Llegó en un vuelo de bajo costo, dado que lo acusan de moverse en el aire exclusivamente en primera clase.

Monseñor Franz Peter Tebartz-van Elst, de 53 años, sostiene que hay una campaña en su contra y quiere dar explicaciones en el Vaticano. Incluso le ha pedido al Papa que lo reciba en audiencia.

Para muchos, el obispo de Limburgo es el “anti Bergoglio” por su amor al lujo y su talante autoritario, que lo han enfrentado con los fieles de la diócesis, que le piden la renuncia. Hoy es el religioso católico más detestado del país.

El Papa Francisco ordenó la pasada semana, que el obispo de Limburgo, más conocido como el “obispo del lujo”, abandonara inmediatamente y de manera indefinida su diócesis a fin de que sus excesivos gastos se pudieran investigar.

En el centro de la controversia se encuentran las obras de construcción y renovación de su residencia, con un costo total de 41 millones de euros. Según explicó Tebartz-van Elst a la prensa, ese dinero en realidad es para otros 10 proyectos y, que los costos adicionales, fueron producto de las regulaciones en edificios que tenían protección histórica.

El arquitecto Michael Frielinghaus, que diseñó su nueva residencia vecina a la catedral de Limburgo, aseguró que el obispo conocía desde el principio los costos del proyecto, inicialmente previstos en 5,5 millones de euros.

Según la prensa alemana, el obispo se hizo hacer una bañera de 15 mil euros y un comedor de 63 metros cuadrados que costó más de 3 millones de euros. La residencia comprende un museo, sala de conferencias, capilla y apartamentos privados. Posee también un lujoso automóvil y lo acusan de haber viajado a la India en primera clase y de hospedarse en hoteles de lujo, con el pretexto de ayudar a los niños pobres. En su diócesis lo llaman “el servidor más caro de Dios” y lo acusan de arrogante.

La Conferencia Episcopal investiga y el Papa podría nombrarle un obispo coadjutor como administrador. O directamente obligarlo a renunciar, aplicándole un canon del Código Canónico que permite a Francisco aceptarle, por así decir, la dimisión al episcopal que sigue una conducta escandalosa para la feligresía.

Medios alemanes por otra parte, citando documentos oficiales, indicaron que en la residencia había una bañera que costó 15.000 euros (20.000 dólares), una mesa de conferencias de 25.000 (34.380 dólares) y una capilla privada de 2,9 millones de euros.

“¡Por Dios!” indicó el titular del diario alemán “Bild” el pasado viernes. “¿Por qué el obispo requiere un jardín de 783.000 euros?”.

Dos fiscalías alemanas investigan por perjurio al obispo, que habría dicho mentiras sobre sus gastos en la India y también por fraude por las obras en la residencia de Limburgo.

Entre los 25 millones de católicos de Alemania, el escándalo turba mucho a los fieles porque la Iglesia germana tiene un estilo austero aunque es una de las más ricas del mundo.

El obispo de Limburgo habría hablado ya con monseñor Gerhard Ludwig Mueller, el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, ante quien se defendió afirmando que es una campaña de “hostigamiento injusto” hacia su persona.

A Tebartz-van Elst, de 53 años, le quedan 22 años para la edad de retiro oficial en la iglesia y su caso representa un extraordinario dilema para el Vaticano. Incluso, si renunciara a la diócesis de Limburgo, el sacerdote retendría el título y el rango de obispo, lo que significa que el Vaticano tendría que encontrarle un puesto en otro lugar.

“Pongo mi destino en manos del Papa”, dijo Tebartz-van Elst. Como si tuviera otra alternativa...

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